2003-09-02 10:18
Conclusión in des exaesperada
Eligiendo una de las dos direcciones aleatoriamente, seguimos hacia delante, y llegamos a unos cangurillos (wallabíes, que no es una secta mahometano-canguril); simpáticos, pero cangurillos. Tras atravesar linces, babuinos, y otros antílopes, o, quizás, los mismos, llegamos a las hienas. Seguían sin estar allí.
"Fácil" dije yo. "Volvemos a los elefantes, y empezamos de nuevo". Pues no. Llegamos a unos antílopes. Vuelta a la casilla de salida. De ahí, vuelta a los antílopes. Al final, vimos los leones, tras pasar por los elefantes tres o cuatro veces. A esas horas del día, ya empezabas a encontrarte a los coches en los cruces, parados, no sabiendo si ir hacia las hienas, los elefantes, o seguir el puerro de color fucsia. "Pero mira el mapa, Pepe", se oía; pero en el mapa los hipopótamos estaban cambiados de sitio, y el niño que estaba echando los dientes lo había usado a modo de sustituto de un mordedor.
A mí me daba ya igual, porque ya había visto los leones. "El ciclo de la vida", decía una de mis hijas. Pero el problema ahora era salir, no sin antes visitar la fauna ibérica y los rinocerontes y jaguares. Precisamente, en la zona ibérica decía muy claramente "no salir del coche", porque andaban por allí, sueltos como las olas del mar, las monas de Gibraltar, colocadas en esa zona no sé si con ánimo reivindicativo o como representación simiesca, que se te pueden tirar a los pelos y darte un disgusto, pero, claro, la
otra fauna ibérica se pasa por el forro del cuero del BMW las instrucciones, así que una feliz familia extendida se dirigió hacia los susodichos monos o monas, y nosotros nos quedamos parapetados en el vehículo, a verlas venir: a las monas hacia la familia o a los guardias con escopeta cargadas con postas de sal hacia cualquiera de ellas. Pero no sucedió ni lo uno ni lo otro.
A partir de ahí, los coches raleaban, y para ver a Bambi, un gamo postadolescente cuya cornamenta no disuadió a mis hijas de darles hierba, estábamos solos. Así que salimos al atardecer, tras unas horas en contacto con algo parecido a la Naturaleza pasada por Hormaechea, y, como suele decirse, cansados, pero felices. Al menos, más que otra familia, de la que se escuchaba "Pero si no hemos visto al león, buaaaaa" "Calla, niño, la próxima vez te vienes con Rodríguez de la Fuente, y que te lo encuentre él"