2003-09-03 21:14
Después de leer el
número de Altaïr sobre Sicilia, aparte de unas ganas locas de visitarla, también de leer alguna cosa más sobre ella; así, que, despreciando descaradamente a otros libros que me aguardan, humildemente, eso sí, en the pila, me compré este cuando me lo encontré en un baratillo.
El Gatopardo (del que también hablan, por ejemplo,
aquí, y que podéis comprar en
la casa del libro, aunque en otra edición) es un pedazo de clásico.
Lampedusa escribó solo esa novela, aparte de algún artículo en revistas literarias y cuentos sueltos, y, de hecho, no la vio publicada antes de morir. Eso explica, en parte, que existan varias versiones; la que cayó en mismanos está traducida a partir del manuscrito original del 57. Por cierto,
Visconti hizo también una peli, que no he visto
Lampedusa cuenta en esta novela la historia del príncipe de Salina y su estirpe, dividiéndola en diferentes episodios, como si fueran retratos de la familia durante un periodo de tiempo; cada capítulo corresponde a un momento determinado en la vida del príncipe, donde recuerda lo que le ha ocurrido inmediatamente antes, y reflexiona sobre su vida y lo que va a ser la vida en Italia.
Se suele calificar como una novela que habla del declive de la nobleza, pero yo, hasta cierto punto, no la veo así. Como se dice bien al principio,
Si queremos que todo siga igual, es preciso que todo cambie
(no sé si esta novela será el origen de la frase); por eso, yo creo simplemente que la novela trata de la permanencia de los privilegios, independientemente de los tiempos: a pesar de que en la novela se describe el declive de los Salina, se apunta también el surgimiento de una nueva clase, comerciante y política, muy diferente en maneras, pero igual en su manejo y aferramiento al poder.
La novela es también nostálgica: Fabrizio Salina (no relation to
Fabrizio Benedetti, salvo prueba de ADN al contrario) mira con aburrimiento y cierto desprecio tanto a sus nobles compañeros, como a los que no lo son; de los primeros les aburre su uniformidad, su necedad, y de los segundos, su falta de modales, aunque admira su inteligencia. Supongo que, hasta cierto punto, el autor en la persona del príncipe Salina aboga por la unión de lo mejor de las dos clases, ejemplificada en la novela por la boda de Tancredi (su sobrino), con Angelica (hija de un político y comerciante local, un advenedizo).
En fin, aparte de las lecturas que pueda tener, es una novela de un estilo un tanto recargado, y a veces demasiado filosófica, pero interesante; muestra verdadero cariño por los personajes que maneja, a veces en forma de compasión, y aunque no es un
page-turner, es una novela que interesa porque te preocupas por los personajes. Y, hasta cierto punto, le encuentro cierto parecido con
El barón rampante, que también es una reflexión sobre el papel de la nobleza. Entre otras cosas. Por lo tanto, aconsejable, aunque no puedas visitar Sicilia.