2003-12-27 16:56
Theroux ha escrito decenas de libros, pero tiene una extraña fijación por los trenes.
El Viejo Expreso de la Patagonia es producto de esa fijación: una vez más, Theroux deja su casa y trata de viajar, en tren siempre que sea posible, desde Boston hasta el fin de la línea, en la Patagonia argentina.
El resultado, a diferencia de muchos de los trenes en los que se monta o los paises por los que viaja, funciona. Theroux escribe, más que novelas de viaje, novelas de él mismo viajando; eso es precisamente lo que me gusta: no son como
"La Puerta Iluminada", libros de sitios; con Theroux, el chucuchú del tren se le mete a uno en los huesos, y se siente solo, aburrido o abandonado con él. Los sitios también importan, y Theroux los refleja muy bien, pero lo importante es que los vemos a través de sus ojos y de su estado de ánimo local.
Aunque se ha dicho de Theroux que es altivo y desdeñoso, reparte su desdén con equidad; generalmente, alaba lo colectivo, pero critica lo individual: cada alemán que se encuentra es tacaño, los franceses fanfarrones, los nativos generalmente aburridos, y los americanos, los peores de todos.
En este libro dedica un capítulo entero a sus encuentros con Borges en Buenos Aires, con el que concierta un encuentro a través de su editor argentino. Pasa varias veladas con él, leyéndole a Kipling y Poe; en esa época, 1976, Borges estaba ya ciego. Y aunque no expresa más que admiración por el, deja entrever que lo que se cuenta sobre ese Borges antipático, huraño y políticamente bastante conservador es cierto, sobre todo, a través de la conversaciones que transcribe (supongo que en una Moleskine).
Ese capítulo, cuya única excusa ferroviaria es el metro de Buenos Aires, el "Subte" que le sirve como título, es el mejor de todos, aunque, claro está, es el más periodístico.
Muchos otros personajes de carne y hueso desfilan por esas páginas: siempre me he preguntado qué opinarán las personas que se ven retratadas en un libro de viajes de Theroux. Aunque los libros de viajes, siendo novelas, son, si no ciertos, al menos probables, me imagino que el tacaño alemán encontrado en un tren a Guayaquil no le hará mucha gracia que aireen sus miserias en diferentes idiomas. O quizás sí.
En resumen, un libro recomendable, sobre todo para los que añoren el tren y para los que quieran conocer un poco mejor un puñado de paises iberoamericanos a través de los ojos de Theroux.
Lo puedes adquirir en versión original en
Amazon UK o,
en castellano, en la Casa del Libro. Incluso puedes
visitar la web del expreso susodicho.