Atalaya: desde la tela de araña

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[Relato] Entrando en la ciudad invisible

2004-01-21 01:00 Este relato es una secuela de Nunca te duermas en un taxi. El protagonista, que no tiene nombre en ese cuento, es Manolo en este. El tema es "La ciudad invisible", propuesto hace tiempo en el taller de escritura. Hoy me toca leerlo.
-¿Y para qué quieres sacar de ahí al japonés, a ver? - le pregutó Jimmy a Manolo. En realidad se llamaba Ginés, y era de Sabiote.
-Joer, no sé, lo vi allí, echarme la foto, y me dio pena, yo qué sé - le contestó Manolo, mientras le pasaba la litrona, tras darle un trago largo.
-A ver, Manolo, se supone que no es allí, sino aquí - dijo, dando una patada en el suelo, Jimmy.
-Sí, aquí. Bueno, pero no este aquí - apuntó Manolo, levantando el dedo.
-Vale, otro aquí. ¿Y como sabes si estaba triste? ¿No echaba fotos? Pues no estaría triste - dijo Jimmy, acabándose la litra - Abre otra, tío.
-Que siiii - dijo Manolo, buscando la cerveza
-Que no, que los japoneses es que tienen los ojos así, tristes, te lo digo yo, que tuve una novia japonesa, y cuando... - comenzó a narrar Jimmy.
-Coño, Jimmy, que lo más que hiciste con ella fue un chat con el Messenger, joer...
-Bueno, ¿qué más da? - le interrumpió Manolo - Además, ¿cómo vas a ... rescatarlo? ¿Eh? - le preguntó, abrió la cerveza, otro trago largo. Manolo comía Fritos pensativo.
-Como lo hice la última vez...

Media hora más tarde, en el asiento trasero de un taxi, rumbo a Armilla.
-¿Qué, de vuelta de juerga? - les preguntaba el taxista, tratando de pegar la hebra
-Ea, sí - contestó Jimmy. Manolo, sin abrir los ojos, le pegó un codazo en las costillas - ¡Cojones!
-¡A dormir! - le dijo en voz baja Manolo
-¡Pero si no tengo sueño!
-¡A dormir! - le repitió Manolo.
El taxista abrió la ventana y encendió un cigarro.
-Oiga, ¿tiene un pito? - le dijo Jimmy, llevándose dos dedos a la boca.
-Coño, Ginés ... - dijo Manolo, cabreado.
-Yo no puedo dormir sin un cigarro, tío - dijo Jimmy, compungido.
-Sí, y sin cagar, ¿no? - le reprendió Manolo, un tanto indignado, y viendo como su sobriedad espantaba al sueño
-Manolo, hemos quedao que de las cosas del piso no íbamos a hablar en público... - le gritó Jimmy.
-¡Nos bajamos aquí! - le dijo Manolo al taxista.
-¿Aquí? Como vean.
Se bajaron del taxi. Estaban a unos doscientos metros de la entrada de Armilla. Si hubieran tenido un termómetro, les habría dicho que la temperatura era un par de grados bajo cero.
-¿Y qué coño hacemos en Armilla a las 4 de la mañana? - dijo Jimmy, con los brazos cruzados, pateando el suelo - Y sin tabaco.
-Y sin un duro - le contestó Manolo - hala, tira pa Granada, y piensa que peor estará el japonés.
-¿Pues sabes en este momento por donde me paso yo al japonés?
-Me da igual. Y me debes 10 lerus del taxi - dijo Manolo.

Durante el desayuno-comida del día siguiente, a las dos de la tarde, Manolo volvió al ataque.
-Digo yo que yendo a la Alhambra... si de alguna forma se puede entrar, si hay algún contacto entre los dos universos paralelos, tiene que ser allí...
-Lo que tú digas, pero yo no pago la entrada - le contestó Jimmy, mientras se trasegaba un plato de macarrones con tomate. El muchacho estudiaba empresariales, y todo el tema del debe, haber, honorarios y el copyright lo tenía muy controlado. Tanto, que nunca compraba tabaco, y nunca dejaba de fumar.
-Vaaaale - le contestó Manolo.
-Oye, y a un colega de la Facu, el Nurdin, nos lo podemos llevar - dijo Jimmy. A Manolo le sonaba, se había venido alguna vez de juerga con ellos.
-¿Como intérprete? - Manolo recordó que Nurdin era marroquí.
-No, porque no habla más que chelja y francés. ¿Los tuyos qué hablaban? - preguntó Jimmy, refiriéndose a los árabes que había visto Manolo en su visita a la ciudad invisible granadina.
-Yo qué coño sé, Jimmy, no entendía un carajo.
-Bueno, pues el Nurdin nos puede decir si es árabe. No lo habla, pero sabe reconocerlo. También sabe alguna palabra que, en un apuro...
-Vale, venga - dijo Manolo.
-Oye, y unos bocatas de jamón y de choped, y unas barras de cereales, que imagínate que tenemos que echar allí unos días o algo...
-Coño, Jimmy, que no te vas al Amazonas, y ahora dirás lo del tabaco.
-No, pero mira, sí, y ya de camino podíamos pillar un poco costo por el camino, pa trapichear - dijo Jimmy, frotando el índice y el pulgar, y acabándose los macarrones. Manolo se tomaba un café de consistencia próxima a la de la mayonesa.
-Hombre, Jimmy, de eso tendrán.
-¿Sí? Oye, que igual podíamos pillar algo allí, y luego traerlo para acá y pasarlo...

Cuando, tras diversos preparativos, se bajaron del autobús, en las cercanías de la puerta de la Justicia, Jimmy ya había encendido un porro y se lo fumaba tranquilamente, pasándoselo a Nurdin. Llevaba puesto un gorro de lana, chambergo, jersey y camisa y otro interior de cuello alto, pantalones de pana, y botas de excursión. Nurdin, casi igual, salvo la profusión de jerseys.
-Tú también, Nurdin, podías haberte traido una chilaba, cojones - dijo Manolo, a quien le estaba saliendo ya la excursión por un porcentaje considerable de su beca.
-¿Tú tienes? Pues yo tampoco - contestó Nurdin, y se echó a reir.
-Eso, listo, que eres un listo - añadió Jimmy, y lo acompañó, riendo.
-¡Joer! ¡Encima que os he pagado el costo!
-¡Ché! ¡Quieto parao, que esto es una participación en la empresa! - pegó otra calada, y se echó a reir otra vez
-Pasa, tío - dijo Nurdin.

Ya estaban dentro de la Alhambra. Nurdin y Jimmy se sentaron en un banco, a acabarse el porro. Manolo se puso a andar, sin tener muy claro qué hacer. ¿Dónde estaría el andén 8 y 3/4? Lo malode las puertas secretas entre mundos es que, eso, son secretas. Vagando por el patio de los Leones, vio una persona vestida como los había visto en su viaje anterior. Alto, con caftán, turbante, los dos azules índigo. Se dirigió hacia él, sin saber muy bien qué decirle, y, según lo hacía, vio que el árabe hacía lo mismo.
Se quedó parado. Bajo el turbante, dos ojos verdes le miraban. Se echó mano al bolsillo del caftán. Manolo estaba a punto de salir corriendo, pero el árabe lo que hizo fue sacar una cámara digital, alargársela y decirle
-¿Picture, please? - con la otra mano señalaba a su familia, su mujer y una pareja de chaveas, que estaban a cierta distancia.

Un tanto decepcionado, volvió a buscar a sus colegas, a ver si habían acabado ya con la inversión. Vio a un gato salió de un seto, pero no le prestó la más mínima atención. El gato lo siguió.
En el banco estaban Nurdin y Jimmy. Jimmy lo saludó, muy contento.
-Oye, Manolo, se nos ha ocurrido una idea - dijo, riéndose - dísela tú, Nurdin.
-Joer, tío, una idea... de cojones - dijo Nurdin, descojonándose, efectivamente, de risa.
El gato, mientras tanto, pasó por debajo de las piernas de Manolo, por debajo del banco. Y desapareció.
-¿Y el gato? - dijo Manolo
-¿Gatos? Por tós laos. Mira, ahí hay tres - dijo Jimmy, señalando a tres gatos que acababan de aparecer de debajo del banco, ninguno de los cuales era el anterior. Manolo se tiró debajo del banco. No había nada que no hubiera habitualmente debajo de un banco, y unas cuantas mierdas de gato.
Habían encontrado la puerta a la ciudad invisible. O, al menos, una gatera.
-Joer, qué idea se me ha ocurrido - dijo Jimmy, entre risitas.
-Venga ayúdame a coger a un gato - le dijo Manolo, apresurado. Nurdin y Jimmy se miraron y se echaron a reir. Jimmy metió la mano en la mochila y sacó unos bocatas.
-¿Quieres uno?
No pudieron ni empezar búsqueda ni bocatas, porque en ese momento los alcanzaron los seguratas, que les dijeron que iban a cerrar la Alhambra pero ya.
Salieron, y Manolo se iba para el piso que compartía con Jimmy, pero este decidió quedarse en los alrededores, con Nurdin, comprarse unas litras y acabarse los bocatas y lo demás que hubiera que acabarse. Manolo cogió el autobús a su casa. Estuvo a punto de dormirse, pero lo espabiló el tam tam (politono tam-tam) que indicaba que le había llegado un mensaje al móvil. Era de Jimmy.
Eran los gats. T vo en la trre bermeja

Cuando llegó a Torres Bermejas, no había nadie. Solo gatos.

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Comentarios

1
De: jlori Fecha: 2004-01-21 19:07

Off topic: ver esto.



2
De: JJ Fecha: 2004-01-22 16:44

Lo vi, gracias.



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