2004-03-09 01:00
La
ley de Moore la enunció
Gordon Moore, uno de los fundadores de
Intel. Aunque tiene diferntes enunciados, la versión original decía que el número de transistores de un circuito integrado crece exponencialmente; es decir, en la práctica, a un plazo fijo se dobla. Se ha calculado luego que ese plazo es dos años, y se viene más o menos manteniendo desde el primer microprocesador, el 4004 (con unos dos mil transistores) hasta el Pentium 4, que tiene unos 42 millones de transistores.
Hay muchas leyes de Moore, que se aplican a casi todos los componentes electrónicos: la capacidad y velocidad de la memoria, la velocidad de los buses (que son las tuberías que llevan la información de un sitio a otro del ordenador), la capacidad de los discos duros, e incluso el ancho de banda que se comercializa.
De ahí viene el dicho célebre de que si las mejoras que existen en informática se hubieran aplicado a los coches, hoy conduciríamos Cadillacs que costarían un dólar y consumirían lo que un mechero.
Entonces, ¿porqué diablos no lo hacemos? ¿Dónde está ese Cadillac a un dólar? ¿O, dicho de otro modo, dónde está ese ordenador de sobremesa que cuesta un euro y va con una pila?
Porque nuestra experiencia dice justamente lo contrario: los ordenadores de sobremesa son cada vez más potentes, pero vienen costando lo mismo, salvo ligeros cambios de precio, a veces a la baja, a veces a la alza, según los precios de los componentes. ¿Qué diablos pasa?
Pues pasan muchas cosas: para empezar, los ordenadores más baratos no es que no existan, es que cambian de sitio. Los 64 megabytes de memoria que hace un par de años eran estándar en sobremesa ahora se usan en las cámaras digitales. Los procesadores a 300 MHz de hace cuatro o cinco años ahora están en los móviles, y los de 8 o 9 MHz se usan en sitios como videos o ascensores. Efectivamente lo que ocurre es que, según se hacen más baratos, empiecen a aparecer en sitios donde no estaban antes. En un par de años, tendremos un microprocesador hasta en las persianas (y en unos años más, un robot que las arregle).
También pasa que las empresas de informática no pueden funcionar con un modelo que baja los precios cada vez más. Cada empresa plutócrata que se precie de serlo tiene que incrementar sus ganancias todos los años: con la ley de Moore, o venden más a igual potencia, o venden lo mismo a más potencia, y, claro, es más fácil esto último: cada año se sacan ordenadores más potentes, y se crea la necesidad de usarlos a base de juegos y aplicaciones que tienen cada vez más requisitos.
Pero lo curioso es que este modelo de más y más potente por el mismo precio se está trasladando al mercado de las telecomunicaciones: según los diferentes estándards permiten más y más ancho de banda, hacen falta más y más aplicaciones y volúmenes para llenar ese ancho de banda, de forma que las telecos, al final, acaben ganando lo mismo. Lo lógico sería que según sube el ancho de banda, las cosas más "normales" como hablar o mandar un mensajecito SMS de solo texto bajara de precio, pero no sucede así. Siguen al mismo precio, y, además, se crean nuevas aplicaciones que valen más dinero, para que todo usuario de telecomunicaciones acabe gastando lo mismo, o más.
Ese modelo es sostenible mientras haya crecimiento económico; por eso, en cuanto que hay una mini-crisis, los primeros que lo notan son las telecos y las compañías de informática. Así que, por lo pronto, con su pan se lo coman, pero ya veremos qué pasa más adelante.