2004-03-23 01:00
Aunque no me refiero al
canon de la SGAE sobre los medios grabables. Me refiero a un canon en general, que grave medios de transmisión y almacenamiento de contenido. Y me explico, antes de que me tiren los trastos a la cabeza.
En este artículo reciente de Lawrence Lessig se hace una reseña de la historia de la piratería y la legalidad a través de los siglos; es un extracto de su libro
Free Culture: [Continued] and Control Creativity. También se ha referido a él
Furilo. En pocas palabras, Lessig viene a decir que los piratas de una generación son los zares de los medios de la siguiente. Pero esa transformación no sucede de forma automática. Tras una fase en la que los creadores de contenidos protestan porque los distribuidores de contenidos le van a quitar el bisness, viene otra fase en la cual se idea alguna forma de compensación de los distribuidores a los creadores, generalmente a base de algún tipo de
tarifa plana. Los que graban música tienen que pagar a los que han compuesto esa música (o los que controlan el copyright), las radios tienen que pagar a las sociedades de administración de derechos y los propietarios de locales donde se reproduce música también; los que representan una obra de teatro también tienen que hacer los pagos correspondientes.
En todos esos casos, los costes, o no los nota el usuario final, o si los nota, tampoco evita que siga haciendo la actividad que hace.
El precio de los derechos que hay que pagar por tener una tele en la habitación de un hotel está incluido en el precio del hotel, y nadie se escandaliza por ello. En el precio de una cerveza va incluido el canon que tiene que pagar el local si tiene una televisión o reproduce algún otro tipo de contenido. Incluso las cintas de video y los casettes normales y corrientes tienen su canon, como lo tienen las fotocopias.
Lessig dice,
en su artículo,
We should find a way to protect artists while permitting this sharing to survive
, es decir,
Deberíamos encontrar un modo de proteger a los artistas permitiendo a la vez que sobreviva el compartir ficheros
A la vez, Lessig pide un modo de preservar lo positivo del hecho de que se compartan ficheros (por ejemplo, que estén disponibles discos descatalogados, como
cuenta Cory Doctorow, el autor de ciencia ficción, en una entrevista). Pero Doctorow, junto con la
EFF va un poco más allá: propone
una compensación para los creadores de contenidos en la forma de una tarifa plana, que los usuarios de música digital paguen a los autores. Un canon, vamos.
La idea no es tan mala. Las discográficas, tarde o temprano,
acabarán encontrando el modo de sacarle dinero a la gente, pero claro, cada discográfica barrerá para dentro, y sólo le dará pasta a sus propios artistas, preferiblemente los que vendan más. Una sociedad de creadores de contenidos por lo menos intenta (aunque no siempre lo consigue) distribuir equitativamente los derechos entre sus socios, los creadores. Hay muchas formas de hacerlo.
Lo importante en todo esto es que, en vez de pagar inconscientemente a alguna multinacional, pagaremos conscientemente una cantidad posiblemente insignificante, y el dinero acabará llegando a los que verdaderamente lo merecen.