Atalaya: desde la tela de araña

Corrían nuevos aires por la charca, y los que allí moraban decidieron elegir un nuevo soberano. La reina Rana ya aburría con su croar (que sus turiferarios repetían sin cesar), su obsesión por eliminar a todas las moscas y sus visitas a otras para conversar con sus soberanos. Se disputaban la sucesión los patos, que apestaban y se comían todo lo que circulaba por la superficie; las libélulas, que iban y venían, no se sabía muy bien de dónde ni hacia dónde, y los castores, que querían construir una presa en medio de la charca para dividirla en dos. Pero, finalmente, un zapatero se alzó con la victoria: era el único que podía pasar por la superficie de la charca sin mojarse.