2004-05-11 01:00
Cuando mi familia contrató el acceso a televisión via satélite por primera vez, podía pasarme horas haciendo zapping. De arriba abajo, de abajo a arriba, canales temáticos, no temáticos, regionales, metacanales que te mostraban imágenes de todos los canales. Apenas se pasaba uno unos minutos en cada canal, lo suficiente para decir
qué guay, un canal en serbocroata, y pasar al siguiente. Este es un clásico comportamiento de exploración: cuando se llega a una tierra ignota, hay que buscar en todos los rincones, sentirse cómodo, orientarse en ella. También es muy granadino eso de
goler.
Pero a los pocos días, tanto zapping aburre; uno se encuentra más de dos minutos mirando la liga de hockey sobre hierba uzbeka (en versión original), y dice,
qué diablos hago yo aquí, así que se concentra en algún canal de pelis, en las reposiciones de M*A*S*H y de Corrupción en Miami, y en ver CSI en el canal AXN. Es decir, explota lo que ya conoce, profundizando en una zona determinada del espectro televisivo, y dejando el resto para enseñárselo a los coleguis cuando vienen.
Ese comportamiento de exploración/explotación se repite en muchísimos casos. Cuando compras un libro, es muy difícil que te compres, por las buenas, uno de Imre Kertesz si no has leido nada de él antes: te comprarás alguno de Muñoz Molina o de Arturo Pérez-Reverte, que la vida es corta y no vas a desperdiciar tiempo leyéndote un ladrillo. Más vale lo malo conocido...
En la Internet, por supuesto, pasa lo mismo, con la única diferencia de que la Internet es mucho más inabarcable que la televisión por satélite, y tras un enganche inicial que quizás dura unos cuantos meses, vas a los grupos de noticias, foros, canales, páginas web y weblogs que te han gustado en el pasado. Además, el comportamiento explotativo frente al explorativo es un mecanismo de defensa: frente al vértigo que produce tanta información, al estrés que pueden generar los millones de páginas web nuevas que se crean todos los días, es mejor conocer bien dos o tres páginas web, y, si hay algo interesante, ya se enterará uno.
Eso hace que se produzca una
brecha digital: simplemente, un hueco entre los que leen una cosa, o se interesan por unos temas determinados, y los que se interesan por otros temas. Una persona a la que le guste el hip-hop no va a ir a un foro de chill-out, ni al revés; los que se bajen habitualmente música de ese tipo, no se bajarán del otro, y viceversa. Los gustos se refuerzan, y la posibilidad de entendimiento se hace cada vez más remota. Esta es una de las
promesas incumplidas de la internet: el entendimiento entre los pueblos. No solo no hay entendimiento entre los pueblos, sino que ni siquiera lo hay entre los que crían mapaches y los que crían iguanas.
Y no hay fácil solución para eso. Es un comportamiento instintivo. Hay que proponérselo para superarlo. Quizás tengamos que obligarnos a nosotros mismos a, una vez al mes, llamarlo "día de la exploración", y leer y comentar solo donde no leemos y comentamos habitualmente. Y que no nos pase ná.