2004-05-25 01:00
Entre los grupos que
no están, y, desgraciadamente, no se les espera, son los mayores. Es lo que ocurre con las estdísticas, que cuando se dice que hay un 25% de personas conectadas a internet, se piensa que es un 25% de todas las personas, de cada barrio, de cada grupo social, pero no es así. Posiblemente, entre los menores de 25 años haya un 80% de personas conectadas a Internet, pero entre los mayores de 65 no llegará al 1%.
Y es una pena. Porque la internet puede ser una forma de que los mayores conecten con las nuevas generaciones, incluso sus propias nuevas generaciones; de que se mantengan en contacto con los demás, y entre ellos, y que eviten la soledad que, en muchos casos, es su mayor problema. No es que yo frecuente mucho los asilos ni los hogares del jubilado, pero me da la impresión de que, al lado de la barra donde sirven los carajillos y dan los tableros de damas y el dominó, no hay ningún ordenador para conectarse a Internet.
Si no está es porque quizás, tampoco lo piden. Los mayores se llevan mal la tecnología, pero lo que no se sabe es si la culpa es de los mayores o de la tecnología; en parte es culpa de esta última. Hay dos problemas principalmente: de usabilidad, es decir, de acercar la navegación de los sitios y el uso de los programas a las personas que tienen poca experiencia con botones, ratones y teclados, y, por supuesto, de accesibilidad: en muchos casos se tratan de personas de movilidad reducida (lo cual implica que les puede resultar difícil teclear), y también de visión reducida.
Lo ideal sería que se crearan contenidos específicos desde los organismos oficiales; por ejemplo, hay un
Patrimonio.es, y también un
Mayores.es, pero quizás no tenga todo el alcance que sería suficiente. También es cuestión de acercar a los mayores a la tecnología; algunas iniciativas, como el
aula permanente de la Universidad de Granada.
Lo curioso es que ese fenómeno es puramente hispano, o quizás de una parte de España; conozco personas mayores fuera de España que mandan sus emails, y hacen sus búsquedas con Google o con lo que pillan, y van a clase para aprender a manejar un procesador de textos y escribir sus memorias; pero aquí no sucede. Vaya usté a saber porqué: problemas de base educativa, problemas quizás de atraso tecnológico secular... Sea cual sea el problema, por lo menos, al identificarlo, estamos más cerca de la solución.