2004-05-27 01:00
Ayer, miércoles, cuando llegué a mi habitación de un hotel, me encontré en la tele la retransmisión del
Oporto-Mónaco, y claro, estuve un rato mirándolo. Vi el segundo gol, de un ruso cuyo nombre no recuerdo; la verdad, no lo vi entero.
Porque, en realidad, no me gusta el fútbol. No soy forofo de ningún equipo en particular, ni tengo fobia a ninguno en particular, ni soy capaz de estar sentado una hora y tres cuartos mirando un partido de fútbol sin tener un libro a mano para leerlo en esos ratos en que el balón está fuera de las áreas.
Pero, por otro lado, el fútbol no es una incógnita. Es lo más parecido a una constante universal que existe. Y el fútbol español, más todavía. Ya puede ser la comisión de control al gobierno, o haberse reunido Carod Rovira esta vez con el MPAIAC, o haber hecho algún juez alguna barbaridad, que nadie va a decir nada fuera de nuestro terruño. Ahora, en China, un lunes por la noche, una cadena retransmitía los resúmenes de la liga española, e incluso la clasificación, donde pude identificar al Barça porque eran muchos garabatillos y el FC, que estaba en caracteres latinos. Recuerdo haber visto también un partido en vasco en un hotel de San Sebastián, el locutor de deportes de la CNN alabar al Alavés aquella vez que se metió en la final de la copa de la UEFA, un Portugal-Francia visto en un pub de Londres, el Rumanía-Suecia del Mundial de 1994 (para tercer y cuarto puesto) visto en el aeropuerto de Boston (donde previamente había jugado España Italia, y yo me lo había perdido porque valía una pasta gansa); un chaval polaco señalándose a si mismo y diciendo "butragueño" (era verdad, se parecía un poco), un chino paseando por Wuhan con la camiseta de la selección Española; he hablado de fútbol con taxistas en Edimburgo y en Lisboa, y estuve en Münich el día después de que el Depor le diera una buena tunda al Bayern (y claro, no pude evitar mencionarlo en mi charla)... donde hay un hotel, hay una tele, donde hay una tele, hay fútbol, y donde hay fútbol hay algo familiar, un tema de conversación, un punto de relación que convierte a este mundo en un mundo pequeño.
O sea, que supongo que sí. Que me gusta el fútbol.