2004-10-04 01:00
Umberto Eco ha hecho
unas declaraciones a Die Welt que tienen
revuelta a la blogosfera.
Supongo que más o menos con razón. Viene a decir que la cultura actúa como filtro del conocimiento, y que eso no sucede en la Internet; no existen tales filtros. Y eso plantea el peligro de la pérdida de una cultura común, y el enfrentamiento de unos contra otros. En realidad, ese planteamiento no es nuevo. Ya lo dijo
Rebecca Blood en este artículo traducido en Weblog Magazine: el hecho de que sea fácil encontrar en internet ideas que refuercen las creencias propias, puede hacer que cada cual se encierre en una
echo chamber, una cámara con eco donde sólo se escuche lo que uno quiera escuchar. Por lo tanto, lo que dice tiene cierto grado de verdad; es verdad que existe ese peligro. Lo único que cambia es que él lo achaca a la carencia de filtros en Internet.
Lo que ocurre es que quizás Umberto Eco padece del mal llamado
metaforitis, que consiste en tratar de entender algo como otra cosa, y quedarse encerrado en esa cosa, algode lo que ya hablamos en el artículo
Ponga una metáfora en su vida. La internet no es una enciclopedia, ni una biblioteca, donde sólo van los libros selectos. Mejor dicho, sí es como una biblioteca, pero no como las
estanterías de la biblioteca. En concreto, es como la biblioteca de Ciencias en Granada, que, tradicionalmente ha sido uno de los sitios de ligoteo universitario. A la biblioteca va la gente a consultar la información de los libros, pero también puede
hacer cosas: charlar, mirar a las estudiantas de biológicas, consultar en los ordenadores que hay, consultarle a la bibliotecaria, hacer fotocopias de lo que a uno le interese (hay una fotocopiadora en la misma biblioteca), consultar revistas, el BOE... la biblioteca no es sólo un lugar donde se almacena conocimiento selecto, sino un sitio de encuentro social donde, además, puedes leer libros.
En la Internet, como en esta biblioteca, es muy difícil que se produzca ese aislamiento. En una biblioteca infinita, las estanterías están muy lejos unas de otras, y no necesitas ni encontrarte al resto de la gente, y puedes acabar aislándote. En una biblioteca, forzosamente finita, siempre te encuentras a alguien; primero porque simplemente sucede, y segundo, porque muchas veces es lo que se busca.
La metáfora todavía está un poco cogida de los pelos. Imaginemos que lo que se te va ocurriendo sobre la marcha lo encuadernas en la fotocopiadora, y lo colocas en una estantería; y que mucha gente puede hacerlo. Eso se acerca un poco más a la realidad de la Internet. Y, una vez más, no favorece el aislamiento, más bien al contrario. Alguien coge tu tomo mal pergeñado de la librería, lo lee, y se va para a ti, que tienes puesto permanente en la biblioteca (todo el mundo lo tiene en Ciencias) y te pone de chupa de dómine. Dejas de estar aislado.
Pero sigue siendo una metáfora. Úsese sólo por prescripción facultativa, si usted es un tertuliano, o si es aislado por una horda de periodistas.