2004-12-09 01:00
Como más de uno habrá deducido de mi silencio durante este puente, he estado en mi pueblo,
Úbeda, durante este puente, apartado del mundanal ruido.
Y de lo que más se hablaba en él era de la
afluencia masiva de inmigrantes, que comenzó el jueves pasado. La historia, por lo que yo sé, es así: durante estas fechas, en Úbeda (y en todas las localidades aceituneras) se lleva a cabo la
aceituna, es decir, la recogida de la misma de los olivos, que se lleva a cabo mediante cuadrillas reclutadas ad hoc. Tradicionalmente la hacían las familias y los trabajadores del pueblo, pero, cada vez más, la realizan inmigrantes. Eso hace que, en estas fechas, lleguen muchos inmigrantes, inicialmente magrebíes, pero cada vez más subsaharianos, para trabajar en la misma. El pueblo tiene una cierta infraestructura, en la forma de albergues, para alojar a la población flotante.
Pero este año, al parecer,
alguien ha repartido un panfleto en la zona de Madrid indicando que en Úbeda se necesitan temporeros (lo cual es parcialmente cierto), y que además, tiene una infraestructura estupenda para recibirlos. Y claro, han ido a Úbeda del orden de 400 personas, superando todas las previsiones y desbordando la capacidad de asilo del pueblo. El Ayuntamiento les ha dado alojamiento temporal en polideportivos, pero muchos se han quedado en las inmediaciones de la estación de autobuses, alojándose en la misma estación o en portales cercanos. Además, les ha pagado el viaje de regreso,
pero salvo en un puñado de casos, no lo han aceptado.
En fin, que cuando salí ayer, la cuestión continuaba más o menos de la misma forma.