2004-12-20 01:00
Una
patente es
un conjunto de derechos exclusivos garantizados por un gobierno o autoridad al inventor de un nuevo producto (material o inmaterial) susceptible de ser explotado industrialmente para el bien del solicitante de dicha invención (como representante por ejemplo) por un espacio limitado de tiempo (generalmente 20 años desde la fecha de aprobación)
El problema de la definición anterior es lo de
material e inmaterial. Si patentas un chisme, digamos, un pelador automático de pipas, tienes derechos sobre el mismo. Cualquier persona que decida
fabricar ese pelador automático de pipas debe pagarte derechos, en los términos que se decidan, porque para eso lo has inventado. Si los servicios secretos de Moldavia se hacen con los planos y se lo venden a un industrial palentino, y se pone a fabricarlo y a venderlo, tienes derecho a meterle un puro.
Pero qué ocurre con los
productos inmateriales, ¿los programas y los algoritmos que están debajo?
Ocurre que son inmateriales, ese es el primer problema. Para construir una peladora de pipas hace falta, como poco, un fresador/tornero, un maquinista, y un contable. Para
construir un programa, hace falta un ordenador, y dos o tres dedos. Y un caletre. Y ya está.
Poder patentar algoritmos sin límite puede llevar a absurdos como los que suceden, cada cierto tiempo, más allá del charco. Se patenta el hiperenlace, la compresión de ficheros, la estructura en árbol de los directorios. O
el bit, como se dice en esta broma.
Y se queda la gente tan pancha. Cualquiera que decida estructurar sus ficheros en un árbol, o comprimir ficheros, tiene que pagar una guita. Cualquiera que decida escribir un programa, tiene que tener a mano una base de datos de patentes, a ver si el 'hacer bucles de más de 10 iteraciones' está patentado por un alemán muy laborioso.
Esto es llevar las cosas al límite, pero otras cosas mucho más cercanas pueden ser patentadas, y, por supuesto, otras muchas de las que no hayamos pensado.
¿Es esto un problema? Puede serlo. El problema no es tanto que se vayan a patentar cosas absurdas, que, al fin y al cabo, son patentes que se pueden retar en un tribunal, sino que tengas que saber qué diablos está patentado o qué no a la hora de hacer un programa para una empresa, o venderlo al público.
Por todo esto, y como dice
fernand0 y
Barrapunto (y
en esta atalaya hace cierto tiempo), cuidadín con las patentes.