2005-02-16 01:00
La ínclita Rober, empresa autobusera por antonomasia de Granada, ha instalado unos marcadores electrónicos en algunas paradas que te van indicando cuánto falta para que lleguen los autobuses. De esa forma, ya no puedes protestar como antes diciendo que llegan tarde. Si quieres esperar es porque quieres, porque ahí lo dice claramente: el 6, 43 minutos. Puedes ir a tomarte un café con tostadas, churros, suizo a la plancha, copa, puro, chupito, y volver tranquilamente, porque no va a llegar en menos de 43 minutos.
Yo creo que lo han hecho mayormente para estimular la cultura y la economía local. Una de las paradas más gordas está al lado de la biblioteca, y siendo como es que puede tardar un buen rato, puede uno meterse en la biblioteca y leerse, pongamos por caso, Guerra y Paz. O poner un tenderete que sirva papas calientes y castañas a los que esperan, que ya sabrán exactamente el tiempo que tendrán. Yo creo que gran parte del negocio de la cruasantería que hay justo detrás de la parada de Puerta Real procede de ahí. Esperar da hambre.
Ahora, sí puede que llegue en más de 43 minutos. De hecho, mirar tales indicadores de continuo te hace pensar que, a veces, los autobuses van marcha atrás. Porque el tiempo no sólo disminuye, a veces aumenta. Y, en todo caso, se ve que van tan rápido que entran en un espacio tiempo relativista, porque los 6 minutos que he esperado esta mañana han parecido más bien unos 15, sobre poco más o menos.
Pero de todas formas es muy bonito, porque ver que el 3 está a 3 minutos y el 6 a 6, pero que el momento siguiente el 3 está a 6 minutos, y el 6 a 3, y te imaginas esos autobuses coloraos, adelantándose unos a otros por esas avenidas por las que no pueden circular más que ellos (que son la mayoría, o, en todo caso, las principales), picándose a ver si baten al marcador electrónico...
Lo dicho, vivimos en tiempos interesantes. Por cierto, a ver si les hago una foto a los chirimbolos y la pongo por algún lado. Ah, lo de Aquiles y la tortuga lo dejo como ejercicio al lector.