2005-03-26 01:00
A
Ballard se le considera uno de los maestros de la ciencia ficción, supongo que con razón; esta novela es parte de una tetralogía que habla de la destrucción del mundo por diferentes elementos: por, ejem, cristalización (Crystal World, que leí hace tiempo). Y va de eso, no de lo que dice la (mala) traducción, sino de un mundo ahogado, en el que, debido a una erupción solar, ha subido el nivel del mar muchos metros y la temperatura muchos grados y la humanidad se ve confinada a los polos y a alguna que otra isla.
Una serie de personajes curiosos, Kerans, un biólogo, su ayudande Bodkin, Beatrice Dahl, que no hace otra cosa más que languidecer durante todo el libro, Hardman, un teniente, y Strangman, un trasunto del coronel Kurtz, buscan su sitio en ese mundo: o lo destripan, o tratan de huir, o tratan de hundirse más en él.
Ballard es un maestro de la imagen, pero la narración parece una repetición de obsesiones. La traducción no ayuda (
surreal raducido como
sobrerreal, y algún que otro
tiesamente), pero es que un cuadro detrás de otro, de una extraordinaria belleza, pero tremendamente estático... la trama científicamente no se sostiene, y el desarrollo bordea lo surrealista, y se limita a tratar de encadenar una serie de escenas que producen imagen poderosas.
O séase, que no me ha gustado mucho, vamos. Lo siento,
Psicobyte, tampoco vamos a estar de acuerdo en eso.
El comienzo de la novela lo tenéis en
Tam Tam; también se menciona en
el sofista, pero no he encontrado ninguna reseña. Lo podéis adquirir en
La Casa Del Libro.