2005-04-10 09:12
La explosión de las redes sociales en Internet ha ido acompañada del declive de los sitios donde se producen interacciones espontáneas. No hace tanto, todo el barrio, o todo el pueblo, se encontraba en la misa de 12; pero la iglesia, como lugar de interacción, ha sido sustituida en muchos sitios por el videoclub/kiosco de prensa donde se peregrina, preferiblemente en chándal y, si la estación lo permite, chancletas, las mañanas del fin de semana, para comprar o alquilar algunos gigabytes de información para deglutir pasivamente el fin de semana.
Pero el peregrinar se va a acabar. Los
videoclubs van de culo; llevan así desde, no sé, mediados de los 90, y al ritmo que van, en cinco años posiblemente ni existan, o existan como algo testimonial en grandes superficies y en forma de franquicias con mucho aguante. No me voy a meter en las causas, pero sí en las consecuencias. ¿Qué pasará con ese vecino al que conoces de vista y te ve agarrar una peli y te dice "Esa es un pestiñazo"? ¿O el simple hecho físico de llegar a alquilar un estreno y ver que
todas las copias están por alquilar? ¿O la navegación casual por estanterías que te descubre que Kevin Spacey ha hecho una película nueva, y tú no te habías enterado?
Hacen falta muchos bits para sustituir a los átomos, y una infraestructura bastante gorda para sustituir interacciones físicas casuales. Igual en cinco años la tarjeta del videoclub tiene 10 gigas de memoria, y te transfieren los alquileres por bluetooth, mientras te tomas un cafelito. Pero lo dudo. Seguramente será más barato y cómodo descargárselo con el móvil.