2002-10-15 16:36
No he podido escaparme a la tentación de hablar de la
Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y Comercio Electrónico, porque habrá que pringarse y decir la opinión de uno. La diré en dos frases: una, no es para tanto, y dos, no está tan mal.
No es para que
90 sitios hayan cerrado, como lista aquí Kriptópolis, uno de los más señalados (y como cuenta
The Register, un e-zine británico), ni para que se empiece hablar de
censura en la red (y también
aquí), aunque, evidentemente, cada uno es libre de hacer con su sitio y con su palabra lo que quiera.
No es para tanto porque la ley acaba de ponerse en vigor, y a pesar de que algunos bufetes de abogados ya ofrezcan
auditorías de páginas web, todavía no está claro qué es lo que va a pasar con ella hasta que haya reglamentos que la desarrollen, la policía la aplique, o algún juez dicte alguna condena (o absolución) basados en ella.
No es para tanto porque es, en parte, implementación de una directiva europea, que se ha aplicado en el resto de Europa, y que, por ello, no creo que tenga ningún tufo de restricción a libertades individuales.
Y no es para tanto, porque es imposible de aplicar. Se dice que cualquier sitio que tenga banners y que por tanto, tenga un beneficio económico, va a tener que poner el domicilio social, registrarse, poner el NIF en el sitio, y, evidentemente, declararlo a Haciencia. Lo de Hacienda es evidente, y todo el mundo sabe que cualquier ingreso que tenga debe declararlo, pero en el momento que recibas un cheque en dólares expedido en Takijistán, ¿alguien va a ser tan tonto como para declararlo? Si además, ni siquiera te mandan un cheque, sino que directamente lo ingresas en un banco "puro-internet" registrado en Panamá, ¿quién se va a dar cuenta? No hay ninguna fuerza policial del mundo que sea capaz de buscar todas las páginas web que teóricamente son de un país, comenzar a buscar quienes la han hecho, y luego perseguirlos si es que no han declarado a Hacienda. Más aún cuando un porcentaje considerable de los sitios están fuera del país. Si te trincan por otra cosa (tráfico ilegal de vejigas de cerdo, por ejemplo), puede que, además, te apliquen la LSSI por no haber declarado los euros que te has ganado con tus banners en pigbladder.com, pero no así de primeras.
Otrosí, tampoco está tan mal. Hay algunos chiringuitos que, por estar en Internet, se creen que se pueden burlar de los usuarios; no sé si recordáis el caso de diversia.com, que dejó un pufo de unos cuantos miles de millones. Si compras algo, querrás al menos saber a quién lo compras, o a quién tienes que denunciar en el caso de que no te manden el producto adquirido. O si el producto es simplemente contenido, querrás saber qué poder hacer en caso de que te hayan cobrado de más, o no te hayan dado lo prometido.
Y en cuanto al
correo basura, ya va siendo hora de que alguien lo regule; que por lo menos los pesaos del coaching y los de "ha ganado unas vacaciones en Florida" se lo piensen dos veces antes de mandarle tres mensajes al día a todo internauta conocido.
Evidentemente, en estas dos aspectos positivos anteriores pasará lo mismo que en los otros: serán casi imposibles de aplicar, en el momento que el origen del correo basura, o el servidor y los almacenes del vendedor fraudulento estén fuera de España (por ejemplo, en Andorra), pero al menos nos ahorraremos el spam que se manda desde los ADSL de Telefónica. Que ya es algo.
En resumen: si tienes una página web, y te sacas un dinerillo con los banners y los programas de asociados, tranquilo, a aguantar el chaparrón, y a ver qué pasa. Si Hacienda no te ha venido a buscar hasta ahora, no creo que venga a partir de ahora. Si mandas correo basura, deja de hacerlo, co*ones, que ya te vale; y si tienes un chiringuito donde vendes algo, pos sí, más vale que cumplas con todo lo que tengas que cumplir, porque sí que te puede caer un paquete si no lo haces.