Buenos días. Me gusta reflexionar y escribir. No sé si mis textos son buenos o malos. Alguien quizá me pueda ayudar a resolver ésta duda. Si no ahí queda eso.
Gracias
Siempre tenemos que encontrarnos algún obstáculo, cuando menos lo necesitamos o cuando menos lo esperamos. Son como esas pequeñas piedras en el zapato, o como ese arañazo en la pintura de tu coche nuevo. Pequeñas desesperaciones que harían perder la paciencia hasta al más paciente.
Hoy me he estrellado de nuevo con un muro de granito, a punto de nuevo de volver a herirme de gravedad, aún sabiendo que podría haber frenado antes. Sin embargo cada día me freno antes y mejor. Es lo que llaman madurez supongo, o quizá la desgana de no tratar con lo imposible, con lo irracional, con lo necio.
Algunos pasamos algo de nuestro tiempo observando la naturaleza, ojeando revistas de ciencia y disfrutando desde la butaca de los documentales de animales salvajes. Nos sorprende su comportamiento, la relación con su entorno, sus costumbres, como el instinto les guía por su vida como si de una brújula se tratase, sin darnos cuenta que de que nos sorprenderíamos aún más si en esos documentales y estudios científicos fuéramos nosotros los protagonistas.
En una somera y brevísima descripción de nuestras peores aberraciones (presuponiendo que por ser la mal llamada "especie superior" nuestras virtudes - que no son pocas- ya son conocidas por todos), matamos por placer, nos corroe la envidia, los celos son capaces de llevarnos a la peor de nuestras pesadillas, podemos llegar a ser auténticos fanáticos de cualquier cosa elevándola al mayor de los paroxismos - léase religión, deporte, política, o gustos culinarios
. - criticamos al vecino, al compañero, al amigo, al enemigo, mentimos, somos orgullosos, vanidosos, retorcidos, desconsiderados, egoístas
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En fin continuar en ésta línea, llevaría a la más profunda de las depresiones a cualquiera. Es como darnos cuenta de que el mal olor no procede de fuera si no desde dentro de nuestra propia casa y no encontramos la fuente de tal hedor y cada vez es más fuerte. Algo está claro, y es que esto va a peor, nos desarrollamos tecnológicamente, y la calidad de nuestro mundo aséptico e higiénico es cada vez mejor. El cerco a las enfermedades más virulentas como el cáncer, el Sida y la malaria, se va cerrando, pero paradójicamente nuevas enfermedades sin dolor físico ni estados febriles proliferan cada vez más, llegando paulatinamente más adentro, silenciosamente, sin que importen las predisposiciones genéticas, físicas o del entorno. No se contagian, al principìo no desarrollan síntomas, pero cuando nos queremos dar cuenta estamos ya enfermos, y no sabemos curarnos. Las enfermedades psíquicas, son difíciles de tratar, no duelen, no se sabe bien donde está la herida ni como curarla, y las recaídas pueden ser devastadoras.
Siempre han estado ahí, pero la desesperante búsqueda del modelo de felicidad impuesto por la sociedad occidental, capitalista y moderna, ha acelerado la epidemia, y endurecido sus consecuencias.
En el pasado, cada uno concebía su modelo de felicidad "taylor made" es decir a su propia medida y aspiraciones, sin importar lo demás, con lo que la variedad y la improvisación hacían de la vida algo más flexible y llevadero, incluso en los peores momentos. Hoy en día, es necesario ser propietario de una casa y un coche como mínimo, compartir tu vida con alguien interesante desde el punto de vista físico o intelectual, disfrutar de unas vacaciones anuales, cenar en restaurantes, vestir ropa de moda, y consumir y consumir sin fin. Todo ésto sin añadir que en el plano profesional debemos ser unos triunfadores y que nuestro trabajo aparte de estar bien remunerado sea atractivo. En pocas palabras una vida política y socialmente correcta.
Cualquiera , podría decir ahora - " ..bien, no estamos obligados a seguir ese modelo. Somos libres para elegir
" Efectivamente, en esencia somos libres, pero el hecho de ser animales sociales, que viven en comunidad, hace que indefectiblemente las tendencias de la mayoría nos arrastren irremisiblemente, como si de un gran río se tratase.
El no seguir ese modelo o no querer seguirlo causa conflictos con la comunidad y con uno mismo. Con la comunidad porque de no seguirlo es en definitiva arriesgarse a ser tachado de inconformista o inadaptado, cuando lo que se debería elogiar es el individualismo dentro del colectivo. Y con uno mismo, porque no se puede negar esa impronta que nos deja todo lo aprendido y mamado desde nuestra más tierna infancia. La religión, la moral y los protocolos y preceptos sociales residen de manera inherente y son como los cimientos de una casa. Podemos cambiar la apariencia y el aspecto exterior con mayor o menor esfuerzo, pero cambiar la estructura y los cimientos, es un trabajo arduo, complicado y sujeto a unas consecuencias la mayoría de las veces irreversibles. Todo esto sin sumar todas las experiencias vividas y los estímulos exteriores que forjan y definen aún mas si cabe, nuestro carácter y nuestra manera de relacionarnos con el exterior.
Es por ello, que cuando el conflicto surge, aparece la angustia. La ansiedad por ser aceptados por la comunidad, por no ser criticados, por no ser entendidos y en definitiva a ser condenados al ostracismo mas marginal.
En cambio cuando estamos dentro de la comunidad y adaptados en algún aspecto, nos sentimos arropados de cierta manera, pero puede de nuevo surgir el conflicto con uno mismo, la eterna pregunta de ¿ Estaré haciendo lo correcto
Que pensarán los demás
Es esto lo que me satisface ? nos presiona y nos persigue. Nadie está a salvo de esos momentos de angustia, de esos puntos de inflexión que como a mí hoy me llevan a la reflexión.
Es hora de defender y abogar por la originalidad de personalidades y el individualismo dentro del colectivo, y las únicas herramientas posibles, son el respeto, la pluralidad de ideas y la tolerancia.
La mejor manera de dotar a los humanos de éstas herramientas es a través de la educación, dejando modelos anacrónicos, prejuicios y conceptos oxidados en el pasado. Personalmente pienso que no hay peor lacra que la ignorancia, el miedo a abrirse a los demás y la falta de motivación para aceptar a nuestros semejantes tal y como son, con sus inquietudes personales y sus aspiraciones.
Ojala pronto podamos dejar de globalizarlo todo, incluida nuestra libertad a elegir como queremos vivir la vida de la manera que creamos más adecuada, ya que nuestra vida es nuestra y es un derecho vivirla como gustemos no una obligación vivirla como nos dicen.
Gracias
Christian Aagesen
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