2005-05-06 21:55
El correo electrónico es un gran invento. El mayor desde los chupachups, el pan a lonchas y los teléfonos con teclas.
El problema es que lo usa gente que, de por sí, no es buena. Bueno, algunos son muy buenos. Por ejemplo, el otro día recibí un mensaje de un señor que no conocía de nada, diciendo que es el sobrino nieto del dictador de Burkina Fasso, y que, mire usté por donde, me ofrece siete millones de euros (en número y letra, como los toros de las corridas de toros), porque se vé que se los había encontrado un día, y se dijo a sí mismo: ¿porqué no le envío yo siete millones de euros a una persona a la que no conozco de nada? Lo que pasa es que no le contesté, porque me dio pena, le propuse que lo donara a la Universidad de Granada o algo a ver si construyen otro aulario y no tenemos que estar en este de sol a sol. No sé qué habrá dicho el rector. O los cientos de mensajes que recibe uno diciendo que le ha tocado la lotería. ¡Ha ganado usted la lotería! Que está muy bien, joder. Porque la lotería, lo malo que tiene, es que hay que comprar el billete, luego mirar el número.... ¡nada de eso! ¡Tienes correo electrónico, y ya puedes ganarla! ¡Por toda la patilla! !Y millones de lerus!
Pero no sólo eso. No sé si a vosotros os pasa, pero recibo continuamente mensajes que me ofrecen productos para aumentar tamaños de partes de mi cuerpo. Aumente el tamaño de sus... codos. Yo estoy bastante satisfecho con mis codos, y la mayor parte de los que me conocen también, así que no les hago mucho caso. Los que me fastidian son esos que dicen “Tenga usted omóplatos como los profesionales”. Hombre, es que no me puedo ver los omóplatos, y no sé cómo tendrían que ser. Eso sí, los omóplatas profesionales deben tenerlos muy bonitos, porque esta buena gente, si no, ¿qué anunciaría?
Algunos de los mensajes es que no los entiendo. Porque están en chino. Igual es que anuncan cursos de chino, pero como no los entiendo, pues no puedo contestarles y decirles “Hai, quiero aprender chino”. O ruso. O armenio. Pero creo que, con la práctica, ya he aprendido a diferenciar entre el chino y el coreano. Los chinos tienen como más rayajos, pero los coreanos son más compactos y estilizados. Dónde va a parar... para que digan que el correo electrónico no da cultura. Los que si entiendo son los que están escritos en ballenés. “Quieeeeerooooooo seeeeeerrrrr tuuuuuuu amiiiiigoooooooo”. Aunque no me fío. Porque con tanta letra repetida, igual es un pulpo, y yo los pulpos los quiero nada más que a la gallega.
Menos mal que la universidad, siempre velando por nuestros bienestar, nos evita lo peor de estos correos. Por ejemplo, los virus. El ordenador de la universidad, que trabaja día y noche, mira todos y cada uno de los correos, y si tiene un virus, te lo manda, eso sí, con una notita que dice “Eh, que aquí hay un virus”. Porque a mí me encanta saber cuándo me están mandando virus, sobre todo si proceden de gentes desconocida. Nada me alegra más que recibir una buena mañana 10 o 12 mensajes que digan “Enanito, pero con un codo así de grande”, “Te odio mucho”. ¿Quién me iba a escribir, si no?
También los correos que considera una cosa que se llama spam. No lo tengo muy claro lo que es, pero cada vez que el director del departamento nos manda algo, inmediatamente lo etiqueta como “SPAM”. A veces, varias veces. El Asunto viene a poner: SPAM compañeros SPAM próximo consejo SPAM SPAM SPAM. No tiene uno muy claro si es que quiere convocarte a algo, o quiere matarte.
Y es que, con el correo, te das cuenta de que hay gente muy sola en el mundo. ¿No habéis recibido mensajes que dicen “Señorita poco agraciada, de cuarenta y pocos años, busca persona para hablar de Schopenhauer”. Vamos, a cientos. Algunos, hasta en ballenés. Y en chino. Esto lo averigua uno porque viene foto. Ya sabéis como son esas fotos... sí, de una señorita haciendo punto, o un caballero con bombín leyendo el periódico... en fin, lo típico. Lo que no sé es porqué arriba en el Asunto del email SPAM hoooolaaaa SPAM amiiiiigoooooooo SPAM SPAM. Igual es que no van con buenas intenciones.
Pero también está bien que los bancos te envíen mensajes para comprobar los datos. Porque en los bancos está todo muy liado, y, a ná que te descuides, te pierden los datos. A mi me han escrito, fijaos, hasta de bancos donde no tengo un duro (que son la mayoría; de hecho, todos). No, pero son eficientes, te piden los datos de todo; lo que no tengo muy claro es para qué quieren mis números de tarjetas de crédito. Será por eso, que están muy liados, todos los días dinero para acá, dinero para allá.... claro, se despistan.
También, no sé porqué, recibo muchos anuncios de pastillas. “Las aspirinas son buenas”. “Pastillas para tener los codos turgentes”. “¿Ha probado usted los caramelos pictolines?”, y está bien, porque uno no se fía, jolines, vas a una farmacia, y hay un tío con bata, y ¿tú sabes si ese tío es licenciado? Pos no. Sin embargo, los que te escriben por internet, son más de fiar, porque están en internet. Aunque te escriban en ballenés. Eso es porque saben idiomas. ¿A que el farmacéutico de la esquina no sabe ballenés? ¿Y quiere venderte aspirinas? ¡Amos anda shá!