2005-06-15 17:24
Seguro que habéis oido la historia de esos nativos de una isla del Pacífico que un buen día vieron aterrizar un avión de la USAF que les trajo tabaco, chocolatinas y chicle y se fue por donde vino. Desde entonces, para atraerlo, construyeron en bambú un avión, y se escondían, y se creó un verdadero culto alrededor de ese evento. Eso es lo que se denomina
un cargo cult, culto del cargamento, y ha dado lugar a
la programación del culto al cargamento, que consiste en incluir de forma ritual una serie de cachos de programa porque han venido funcionando en el pasado, y la
ciencia del culto al cargamento, que consiste en seguir todo el ritual de la ciencia, pero sin hacerla realmente.
¿Qué es pues, el bitacoreo del culto al cargamento? En dos palabras, sería bitacorear esperando algo (que, en mi opinión, es una de las cosas que suele llevar al
cierre prematuro, o premorituro, de una bitácora). Es algo en lo que todos caemos, tarde o temprano. Como mínimo, se construye este avión de bambú que es una bitácora esperando visitas; pero a veces, partes atómicas del ritual del bitacoreo también están encaminadas a conseguir algo: un enlace, un libro gratis para revisar, unos pocos más clicks en los anuncios de Google... En realidad, yo creo (y enfatizo lo de
yo creo) que, en un porcentaje mayor o menor, la blogosfera consiste en un culto al cargamento.
Eso no tiene porqué ser necesariamente malo; lo malo es cuando los rituales del culto se imponen a la lógica interna del que escribe una bitácora, y el aparente humor de los dioses y sus intentos por aplacarlo o favorecerlo sustituyen a lo que realmente quiere la persona, o sus posibles lectores. O cuando el cargamento se convierte en un objeto en sí mismo, en vez de ser un subproducto de una labor
bien realizada. Entonces, te encuentras al bitacorero al lado de su avioncito de bambú, reconstruyéndolo una y otra vez, sin que caiga ni una solo paquete de chicles.