2005-07-27 10:14
En mi época (o séase, en los 70, ya sabéis, pantalones de campana, patillas y solapones) ir a los campamentos implicaba aislamiento absoluto de la familia. Tenía su parte buena y su parte mala, claro. Una de esas partes que era buena y mala a la vez era el momento, al final de la hora de la siesta, en el que los mandos (ahora se llaman
monitores) repartían el correo, y había un capullo (leyes de potencia en acción) que recibía 14 cartas, y tú sólo una de vez en cuando; ahora, cuando la recibías, venía un billete de veinte duros disimulado que te daba para siete u ocho Kas-Kol.
Pero, muchachos, estamos en el siglo XXI. Internet, móviles, webcams... no sé cómo andará la cosa por aquí, pero en los EE UU, una empresa,
eCamp, proporciona tecnología para que los chavalotes no se aparten, ni siquiera un momento, de la vista de sus papás (visto en
Time, también hablan de él en
South Bend Tribune). Fotos subidas a un sitio web por campamento, escaneo de cartas que se mandan por email a los padres... los mandos, perdón, monitores, deben sentir el aliento de los padres en la nuca continuamente.
En fin, que ya ni los campamentos son lo que eran. Hasta el fuego de campamento se hará por videoconferencia.