2005-12-24 19:34
En la
dedicatoria que el autor me hizo, lo califica como "un paseo por el amor y la muerte". Nadie mejor que él para descibirlo en pocas palabras: el libro pasa del amor a la muerte y de ahí al amor a la muerte. Y vuelta a empezar.
Como casi todos los libros de Silva, trata sobre la redención y la expiación. También de los perdedores, de los derrotados. Bevilacqua, el guardia civil detective protagonista de la otra serie de novelas del autor, decoras soldados de plomo, pero sólo de ejércitos derrotados. En esta novela, sin embargo, el autor no distingue tanto vencedores y vencidos, sólo entre los que mandan y los mandados, mostrando respeto por estos últimos y desprecio, en general, por los primeros.
Lorenzo Silva, sobre todo, ama a sus personajes, hace que te metas dentro de su piel y acabes comprendiéndolos, aun en sus sinrazones. Sin embargo, no sé si esta es su mejor novela; pensando un poco, diría que es "El alquimista impaciente". Es, más bien, tres grandes novelas cortas, que comparten al personaje principal, Juan Faura, un estudiante convertido en legionario, posteriormente en funcionario, para volver otra vez a entrar en combate durante la guerra civil, y el
leit motiv, la
Carta Blanca, que adquiere múltiples sentidos en la segunda parte.
La evolución del personaje es quizás lo que no acaba de encajar: el Faura que apenas suelta una palabra en la primera parte, se convierte en un parlanchín en la tercera; y aunque su motivación es la misma, el carácter es muy diferente. Por eso, las tres partes de la novela encajan bien, pero cada una puede, hasta cierto punto, prescindir de las otras. Lo que puede ser tanto una ventaja como un inconveniente.
En resumen, es una buena novela, sólida, y que demuestra que el autor está en plena madurez narrativa. Con sus (pocos) peros, aconsejable.
El propio Lorenzo Silva pone
una serie de críticas en su página. Lo ha leido también recientemente
Al Raso (la califica de
necesaria).