2002-11-26 11:15
La ley de Moore afirma que la velocidad, o la capacidad de almacenamiento, o la capacidad de transmisión, se dobla cada cierto tiempo: 18 meses, o un año, o dos años, dependiendo de lo que se trate. Ya hemos hablado de ella
en esta Atalaya, e incluso hemos tratado de aplicarla al
correo basura para llegar a la sombría conclusión de que si el spam sigue aumentando al ritmo actual, va a acabar con la ley de Moore y la leche que les dieron.
También hemos hablado alguna que otra vez de
cuales son las profesiones del futuro: cualquier cosa relacionada con la creación de contenido. Pues bien, la ley de Moore también viene a decir que según dobla la capacidad de procesamiento y transmisión, también tendrá que aumentar de la misma forma la cantidad de cosas transmitidas. Y, por supuesto, la cantidad de gente (
eyeballs) dispuesta a estar al otro lado de la transmisión. Lo cual augura una civilización del ocio y de artistas.
¿Es esto posible?
Quizás no habría que preguntarse si es posible, sino qué vamos a hacer nosotros por que lo sea. Porque esa civilización plantea una serie de condiciones previas. Para empezar, la creación de contenido, eso que antiguamente se llamaba arte, con sus diferentes aspectos o musas (entre las cuales, curiosamente, está también
Clio, la musa de la historia) tiene que ser aprendida. Uno puede tener inspiración, pero hace falta transpiración para aprender todas las técnicas y trucos de un oficio tal como el teatro, o la escritura (cuya musa es Talía o Calíope, según si uno escribe comedia o tragedia) o la escritura de juegos de ordenador, o la producción multimedia. Es más, probablemente haga falta un cambio completo de enfoque del sistema educativo, porque para la época que uno acaba la educación obligatoria, tiene a las musas tan vapuleadas que su acto más creativo es irse de litronas cada fin de semana a un sitio diferente. Quizás, para empezar, habría que poner como asignatura obligatoria en el parvulario el manejo de Gimp (a mis niñas les encanta) y en primaria el manejo de bitácoras (que, al fin y al cabo, no se diferencia tanto de los tradicionales diarios).
Naturalmente, no sirve de nada que se cree mucho contenido (y esto en todos los sentidos, desde el gastronómico hasta el paisajístico) si no va a haber nadie al otro lado del alambre. Si la gente tiene que trabajar 80 horas a la semana, o tiene que esforzarse por llenar la olla todos los días, no va a haber forma de que nadie escuche lo que se crea; malos tiempos serán para la lírica. Afortunadamente, se está caminando hacia la semana laboral de 35 horas, y el teletrabajo libera el tiempo que se invierte en ir al trabajo para otro tipo de actividades, y, precisamente, los que tienen un trabajo liberal y/o creativo pueden distribuir su tiempo como mejor quieran. Pero eso sólo arañaría algunos globos oculares más al total. Lo que verdaderamente crearía esta civilización es el desarrollo global, que empezaría por el desarrollo de muchos países, que una vez desarrollados deberían quedarse ahí.
En fin, como parece que la mejor solución para llenar ese ancho de banda que nos trae la ley de Moore es la paz mundial, habrá mucha gente a la que le alivie oir que
la ley de Moore no puede continuar siempre. Así no hay que preocuparse de los grandes problemas de la humanidad; con añadir un par de equipos de fútbol más a la liga, vamos que ardemos.