2006-06-18 20:03
La política de este país se parece cada vez más al fútbol. Tradicionalmente, el fútbol ha sido un sustituto de la política, y grandes eventos futbolísticos ha sido usado sistemáticamente para poner consultas populares (lo
de hoy no creo que haya sido casualidad). Pero es que cada vez más la política es como el fútbol.
Para empezar, la democracia sana se basa en el principio de que uno vota al gobierno o no dependiendo de cómo lo haya hecho, o mejor aún, basándose en esos
programas electorales que pocos leen y muchos menos creen. Lo más habitual (y esto, y lo que diga, es una percepción personal, en la que puedo estar equivocado) es que se vote a partir de lo que uno
es. Se es de un partido como es de equipo de fútbol. El partido puede hacerlo bien, o mal, o simplemente, no hacer nada. Da igual. Se es de ese partido. Uno no se hace del Barça si es del Madrid por naderías como que gane la liga y haga doblete de liga y Champions. Sigue siendo del Madrid (y no digamos ya del
Atleti). Se sigue, y se le compra una camiseta al niño cuando nace, y se le inscribe como socio.
Eso lleva acompañada otra percepción: que haga lo que haga el gobierno, o gobiernos, a uno le va a dar igual. Lo cierto es que el gobierno está cada vez más lejos del pueblo, y que muchas de las cosas que hacen tienen efectos a largo plazo, con lo que el votante no tiene una percepción de que el cambio de gobierno influya
realmente sobre su vida, igual que uno va a seguir siendo guardacoches o ejecutivo agresivo gane o pierda el Betis. Por eso, lo importante no es el efecto de una u otra ley. Lo importante es que se gane o se pierda. La pregunta en el debate sobre el estado de la nación no suele ser
¿Le parece que el presidente del gobierno haya explicado adecuadamente cuál es su proyecto para la nación?, sino
¿Quién ha ganado el debate?. Es decir, no importa demasiado lo bien o mal que se haya jugado, si ha sido un juego deslavazado y poco efectivo, si las grandes figuras han estado chupando gol y los defensas destrozando las pantorrillas del contrincante. Importa que se haya ganado o perdido.
Claro, hay un cierto retruécano aquí, porque quien decide si gana o pierde es el preguntado. Lo que es mucho mejor, porque, haya pasado lo que haya pasado, siempre puedes decir que ha ganado el tuyo, y te quedas tan contento.
Por eso, esta noche escucharemos a todo el mundo decir que ha ganado. Porque lo importante no es participar, es ganar. Y todos tan contentos cantando el alirón, y bañándonos en la fuente que toque.