2006-08-01 13:20
Supongo que parte de lo que hace los viajes en tren románticos es el estado de abandono, casi dieciochesco, en el que se encuentran las estaciones. Desde estaciones
con letreros ilegibles, y que no pintan desde que se llevaban los pantalones de campana, a otras en las que
pastan tranquilamente diversos cuadrúpedos. Salvo en los alrededores de las ciudades, donde llegan los cercanías, en los que si se ve una cierta uniformidad en cartelería y en estado de conservación, el resto de las estaciones de la red está repleto de edificios abandonados, chismes de utilidad dudosa, y material rodante que no rueda desde hace mucho.
Pero es bonito. Es lo que tiene. No esas estaciones de autobús, modernas, ruidosas, todas iguales. Una estación de tren implica diversidad (procedente de los diferentes grados de antigüedad y la flora y fauna local).
Son las ventajas de tener una red de ferrocarriles tan descuidada. Cuando digan de renovar las estaciones, se van a encontrar con que la mitad han sido declaradas bien de interés cultural, y les va a traer más cuenta tirar el tren por otro sitio. Espero que, al menos, se preserven estas antiguas estaciones, y que sigan pasando railes, y que se puedan visitar, aunque sea en
reliquias históricas como el Talgo.