2006-10-01 18:14
Como sé que estáis deseando que os dé una receta o, en su defecto, que no os la dé, se me ha ocurrido hacer esta guía ilustrada del elaborador (sirve también para cualquier otro sexo con sufijo (o no) semántico) de migas con chorizo. Hubo un tiempo que todo español de pro tenía en sus genes no sólo la habilidad, sino también las ganas de hacer migas con chorizo. En concreto, los científicos lo sitúan en el cromosoma 18bis, 2º izquierda. Pero ya no es así. Y, lo que es más, hay gente de fuera, incluso gente sin cromosomas, que también quiere hacer, elaborar y degustar las migas. Por eso, desde esta Atalaya, siempre atentos a los gustos y ansias de la gente con o sin cromosomas, elaboramos esta guía pragmática (ilustrada) para la elaboración de migas a plena satisfacción del cocinero y de los comensales (no incluidos).
Primero y principal, se debe organizar una barbacoa para 20 personas, ninguna de las cuales debe de ser un cuñado, y que incluya en su composición un 50% de jovencitas, cuarentones recientes y demás personas preocupadas por la línea. Cómprese a la vez 3 panarras, varios kilos de chorizo (en ristra), morcilla de tripa y coca-cola light. Tras el fin de la misma, sobrarán casi todo el chorizo, la morcilla, dos panarras y media, y habréis tenido que ir varias veces al 24 horas a por Coca Cola light. Consérvese todo lo anterior, y tírese la Coca Cola Light a la basura.
Segundo y no menos principal: semana y pico más tarde, las panarras tendrán una dureza de 7 en la escala de Mohs (compruébelo rebanando una parte con un láser y usándola para limar asperezas de codos y/o juanetes). Es el momento de usarlos para las migas. Para una familia normal que no incluya cuñados, una panarra es suficiente. Si lo hay, dos panarras. Pártanse como se pueda en cachos y échense a un recipiente limpio. Échesele encima agua (pero sin cubrir, vamos a hacer migas, no sopa), y amásese con cariño, hasta que la panarra y el pan formen una masa homogénea. Échese sal a gusto y déjese reposar. Un buen rato. Hay que empezar temprano.
Vamos a por la tercera y la primera ilustrada Aproximadamente una hora y media antes de la hora prevista de la comida, o media hora antes de que uno empiece a tener hambre, o tres horas y media después del desayuno, lo que suceda antes, póngase a buscar sartén. La sartén que elija tiene que ser la sartén de las migas, una de esas de mango largo, fondo lejano y paredes imponentes, que igual sirve para una paella que para una caldereta, y que se hereda de padres a hijos y a nietos (aunque hayan perdido el cromosoma miguero, aquí no vamos a discriminar a nadie). A falta de esa, una sartén sirve. Pero que sea grande. Tamaño panarra (2 panarras,
if cuñado
y todo eso).
Se echa aceita de oliva virgen extra de la provincia de Jaén. Si no es de Jaén, y luego te salen malas, no me eches la culpa, ¿ein? Y ajillo partido fino. Se echa el ajillo en el aceite, y cuando esté doradito, allá que te van las migas, a paletadas, a la sartén.
Es un buen momento también para que empieces a leer algo, busques la radio, o abras tu primera Mahou. Pongas el fuego en flojo (4-5). Y busques tus armas. Dos armas:
Que, aparte de su fin en si, que es mover las migas. Y mover las migas. Y volverlas a mover, pueden servir para el oportuno "¡Ché! ¡No toques eso!" Sea lo que sea eso.
A partir de ahora, el algoritmo es simple: mueve y menea. Menea y mueve. Mueve y menea. Así un buen rato, hasta que las migas vayan perdiendo el agua, o tú el hambre.
Llegado el momento crítico, habrá que añadir el chorizo, y solicitar amable, pero firmemente, a los vegetarianos, que se habían ilusionado al principio, que dejen de manifestarse por el pasillo, que hoy no toca con pimientos. Y la morcilla. Se hacen, como se ve en la ilustración, aparte, vuelta y vuelta, en su jugo, y se sirven en cazoleta de barro. Ya que se hace, se hace con estilo.
Y llegamos, pues, al
momento crítico, en el que la masa va perdiendo el agua, y hay que aplicar el
algoritmo map reduce de Google. La fase map consiste en apretar o despachurrar la masa uniformemente por toda la sartén, para que reciba el calorcito, y no se repegue, y la fase reduce consiste en la separación cariñosa de esa misma masa, para que no sea siempre la misma la que se va retostando, y se queden las migas sueltecitas. Vean la fase map
Pero la fase es crítica no sólo por eso. Sino porque hay que mantenerse atento y vigilante. En este momento te estarás acercando a la hora de map/reduce, menea y separa, y la concurrencia a la segunda o tercera Mahou, y estarán dando garbeos por la cocina, con la sana intención de poner subrepticiamente el fuego, que estaba en 4, en 6, o en 7. Por eso conviene empezar las migas con todas las cositas hechas, ¡porque un despiste puede ser fatal! ¡Las migas no resistirían un fuego fuerte! Mantente vigilante, oh, sí, que el fuego lento es lento por algo, para dosificar mejor el cariño con que se hace la comida. Y para que no lo toque la concurrencia, bajo pena de meco de una de las dos paletas. Si es necesario, se hace una presentación Power Point que se les pasa a los comensales antes de comenzar la elaboración.
Y llegó el
momento supremo, servir y repartir las migas. Debe empezarse por el cocinero. Primero, porque se lo ha currado. Segundo, porque es el que reparte. Y tercero, porque demuestran las estadísticas que siempre se equivoca uno en las proporciones (item más si hay cuñado) y el último plato repartido se queda sin migas y se tiene que pedir una pizza por teléfono. Así que, teniendo en cuenta esto, se mezclan las migas, el chorisillo y la morcilla, en las proporciones que quiera cada uno, y quedará algo como lo siguiente.
Y se las zampa uno. Maridaje aconsejado: cualquier cerveza que hayas logrado ocultar a la voracidad de los impacientes comensales, bebida isotónica, zumo de manzana o tinto "Don Simón" reserva 5 años. Maridaje de postre: melón.