HARRY POTTER Y LA MANO DEL OTRO Capítulo 13
Cuando Harry llegó a la Sala de Runas Antiguas y Aritmancia, respiró tranquilo al comprobar que todo seguía como lo había dejado al marchar. Ron se había sentado junto a Hermione y la contemplaba embelesado pero ella no se dio cuenta porque estaba demasiado enfrascada en una complicada teoría de Aritmancia.
Por otro lado, Crookshanks seguía comprometiendo a un Zarco que, por sus graznidos, parecía estar empezando a perder la paciencia.
Harry se quedó unos segundos contemplando la escena, hasta que Ron bajó de la nube y se percató de la presencia de su amigo.
¡Qué poco has tardado! dijo.
Lo he encontrado a la primera, respondió Harry.
¿Dónde has ido? preguntó Hermione levantando finalmente la mirada del libro.
A echar un vistazo a un Encantamiento que nos vendrá muy bien a Ron y a mí.
¡Ah! ¿Ya os vais?
Sí, dijo Ron. Cuanto antes nos vayamos, antes estaremos de vuelta. Y si lo hacemos antes de la hora de la comida, mejor que mejor.
Tú siempre pensando en comer, apuntó Hermione con una media sonrisa.
¡No es por eso! se defendió el pelirrojo. Es que
¡Ya me dirás qué excusa ponemos si en La Madriguera suben a la habitación para ver por qué no bajamos a comer y descubren que nos hemos largado!
¡Ay va! exclamó Hermione. Estaba tan emocionada con todo esto que no había pensado en ese contratiempo.
Hermione, intervino Harry. Si a la una no hemos regresado, ¿te importaría volver a La Madriguera e ir a la cocina con la excusa de subir tú la comida para los tres? Como hay tanta gente, no les parecerá raro que prefiramos permanecer lejos de miradas indiscretas.
Bueno
No sé si
, comenzó ella.
Puedes llevarte los libros que estés estudiando en ese momento y seguir con ellos en nuestra habitación, añadió Harry.
Está bien. Pero no me hace ninguna gracia largarme sin saber si estáis a salvo o si os han hecho algún daño, dijo ella no muy convencida y lanzando una sutil mirada a Zarco, que seguía enzarzado con un exultante Crookshanks.
Harry y Ron asintieron y lanzaron otra sutil mirada a Zarco dejándole claro a Hermione que ellos tampoco se fiaban demasiado del pájaro. Eso pareció tranquilizarla un poco porque su rostro se relajó un tanto y se levantó para coger en brazos a su gato y acompañarlos junto a la Gema de Slytherin.
Harry giró la gran Esmeralda y todos contuvieron la respiración. El suelo comenzó a temblar ostentosamente, como si algo gigantesco intentara abrirse camino. Los tres retrocedieron instintivamente
Una inmensa losa circular de piedra emergió del suelo, desplazando la chimenea y parte de los estantes, hasta quedar anclada en el lugar donde supuestamente debía aparecer una puerta. La losa comenzó a desprender una heladora incandescencia verde de la que emergió un fiero rostro que a Harry le resultó desagradablemente familiar y en cuyos cabellos había serpientes entrelazadas siseando amenazadoramente...
La gigantesca cabeza pétrea de Salazar Slytherin paseó su mirada por los tres jóvenes y fulguró siniestramente al topar con Hermione. Los dos chicos se apresuraron a interponerse entre la muchacha y él.
*Huelo Sangre Sucia*, siseó en Pársel.
*No te atrevas a mirarla*, siseó Harry varita en ristre.
Ron y Hermione no entendían nada de lo que decían pero optaron por no intervenir. El gigantesco mago daba respeto y, dado lo que protegía y la mirada que lanzó a Hermione, no tenían ninguna duda sobre la identidad del mismo.
Slytherin rió atronadoramente con una risa fría que helaría la sangre al más pintado. Ron y Hermione se quedaron paralizados por el pánico pero Harry no dio muestras de debilidad. No iba a flaquear, no debía y lo sabía. Harry dio un paso al frente y miró a Salazar a los ojos, unos ojos que, por primera vez, parecieron sonreír encantados ante la valentía del muchacho.
*Tienes los ojos y el valor del pequeño de mis cinco hijos, Greeneyes (Ojosverdes)*.
Harry no dijo nada. Ni siquiera sabía que Slytherin hubiera tenido cinco hijos de modo que siguió callado por si se ofendía. Ron y Hermione parecieron relajarse un poco ante el cambio de actitud de la gigantesca cabeza de piedra aunque, perdidos en incomprensibles siseos, seguían sin saber lo que estaba pasando.
*¡Oh, sí!*, prosiguió. *Él heredó mis ojos. Siempre fue mi favorito. No así los otros cuatro. El mayor, hijo de mi primera esposa, me decepcionó tanto
No tenía dos dedos de frente y era demasiado violento, incapaz de controlarse. Siempre envidió, entre otras cosas, el atractivo de su hermano pequeño hasta el punto de intentar asesinarle cuando aún era un niño. Afortunadamente, mi pequeña joya, mi tesoro más preciado supo protegerse bien hasta mi llegada. Expulsé de Hogwarts al mayor y, a partir de entonces, me referí a él como Gaunt por su aspecto y su ferocidad*.
Harry seguía sin decir nada pero las palabras de Slytherin le trajeron a la memoria los desagradables recuerdos que vivió en el Pensadero de Dumbledore. Sin duda, los Gaunt habían heredado algún tipo de enfermedad mental propia del primer Gaunt, el primogénito de Salazar.
Ron y Hermione se limitaban a asistir a la absurda parrafada de siseos. Seguían sin comprender nada en absoluto y, a pesar de que la actitud de Slytherin no parecía amenazadora en ese momento, la lengua Pársel tenía algo que removía lo más hondo de su ser provocándoles un siniestro escalofrío en la nuca.
*Veo que hablas Pársel*, prosiguió. *Eso sólo puede significar una cosa: Eres descendiente mío y, por tu arrojo y por tus ojos, no me cabe la menor duda de que desciendes de la rama de mi pequeño Greeneyes*.
*No lo sé*, siseó Harry.
*Que no lo sepas no significa que no lo seas*, dijo Slytherin con una amplia sonrisa.
Ron y Hermione intercambiaron una mirada incrédula
¿Estaba sonriendo y Harry le caía bien?
Por su parte, Harry no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. ¿Sería posible que él fuera un descendiente de Slytherin? ¿Él hablaba Pársel porque descendía de hablantes de Pársel y no por la cicatriz que lucía en su frente? ¿Había sido su madre una hablante de la lengua de las serpientes? Si era así, todo empezaba a tener más sentido. Le horrorizaba sólo pensarlo pero, en tal caso, Voldemort le habría elegido a él porque, tras haber estudiado concienzudamente la Historia de Hogwarts y sus Fundadores e indagar en los diferentes árboles genealógicos de los mismos, habría llegado a la conclusión de que el único con Poder para derrotar al Heredero de Gaunt sería el Heredero de Greeneyes.
No es posible, susurró Harry.
Esta vez sí entendieron sus amigos aunque no sabían a qué se refería.
*Jovencito, si tienes dudas*, siseó Slytherin tras olfatear el aire de la habitación, *
te diré que no percibo en tus venas ni una sola gota de sangre Muggle. Al igual que el pelirrojo, eres un Sangre Pura. De todos modos, podrás abrir el acceso a mi Reserva Natural sólo si eres un auténtico descendiente mío*, dijo lanzando otra inquietante mirada a Hermione.
*¡No la mires así!*, le reprendió Harry.
*¿Por qué la defiendes? Es una Sangre Sucia*.
*Es una amiga. Siempre ha estado a mi lado y nunca me ha dado la espalda. Me ayudó a prepararme para superar unas pruebas en las que, de no ser así, probablemente habría muerto. Se lo debo. Le estoy muy agradecido por todo cuanto ha hecho por mí y la quiero*.
*¿La amas?* preguntó Slytherin con repugnancia.
*La quiero.. como a una hermana*.
*El hecho de que la consideres una hermana me resulta insultante e indignante. No obstante, entiendo que te ata a ella una magia ancestral a la que no es posible ignorar*.
Harry asintió. Parecía que el propio Slytherin había encontrado la excusa perfecta para justificar lo que él consideraba una traición a su sangre y no sería él quien le quitara la venda de los ojos. Harry sabía perfectamente que quería a Hermione más que a una hermana y que, de no ser por el profundo amor que le unía a Ginny y por lo que su amigo sentía por ella, probablemente la consideraría algo así como la perfecta compañera con la que compartiría gustoso el resto de su vida.
*¿Cómo puedo entrar?* siseó Harry.
*Primero debes pasar la prueba de fuego. Si la superas, aparecerá la puerta*.
*¿Prueba de fuego?*
*Sí. Por llamarlo de algún modo*, siseó Slytherin socarronamente.
*¿Qué debo hacer?* preguntó Harry sin inmutarse.
*Veo que no te tiembla la voz. Aquel anciano, Dumbledore, me hablo de ti. Dijo que eras extraordinario, que nada te amedrenta. Y
, al parecer, no exageró ni un ápice, muchacho*.
Harry guardó silencio.
Sus amigos seguían callados y sin entender nada. Sin embargo, en los rasgos de la inmensa cabeza de piedra se adivinaba un cierto gesto de
¿reconocimiento?
*Te lo advierto. No será agradable, jovencito*, prosiguió Slytherin. *La prueba es dura, muy dura. Debo asegurarme de que realmente seas descendiente mío, de que mi sangre corra por tus venas. Advierte a tus amigos para que no interrumpan el proceso*.
*Está bien*, siseó Harry. Ron, Hermione. Debo pasar una prueba. Al parecer no va a ser nada agradable. Os ruego que no intervengáis en ningún momento.
Pero
, comenzó Hermione.
Harry
, siguió Ron.
Por favor, suplicó Harry a sus amigos. Si mi vida corriera peligro por el mero hecho de intentar entrar en la Reserva de Slytherin, ¿creéis, sinceramente, que Dumbledore la habría puesto a mi alcance?
No, respondieron de inmediato.
Entonces, no intervengáis.
Ron y Hermione asintieron apesadumbrados y, cogidos de la mano, retrocedieron unos pasos, como certificando que se mantendrían al margen.
Gracias, amigos, sonrió Harry. *Estoy listo*, siseó volviéndose hacia Slytherin.
*Coloca tu mano derecha sobre la huella de la mía*, dijo el mago en el momento en que una pétrea huella aparecía a la izquierda el inmenso rostro.
Harry avanzó decidido y posó la mano sobre la piedra. De pronto, de cada una de las yemas horadadas en la roca emergió una cabeza de serpiente, también de piedra y con ojos de esmeraldas, que abrieron sus bocas e hicieron presa en los dedos del joven con sus afilados colmillos.
Ron y Hermione ahogaron un grito y se abrazaron con fuerza para no sucumbir al irrefrenable deseo de liberar a su amigo.
El dolor de Harry en esos momentos era indescriptible
Los colmillos no habían inyectado veneno alguno sino que parecían estar filtrando la sangre del joven Gryffindor. Harry podía sentir cómo cada una de las cinco serpientes absorbía su sangre por un colmillo y se la devolvía por el otro. Era una sensación confusa, siniestra y dolorosa: frío, calor, hormigueo, escozor, pinchazos, dolor,
y todo elevado a la máxima potencia. Sin embargo, como cuando le fue extraída la Daga Mortem Somnes, Harry no emitió una sola queja, aguantó estoicamente el suplicio y en su semblante no asomó ni una sombra de lo que sentía.
El proceso no duró más de diez segundos pero fue tan intenso que a Harry le parecieron horas. Durante ese tiempo, Salazar y él se miraron fijamente y el rostro de piedra pasó de la concentración a la curiosidad y de ésta a la sorpresa.
Finalmente, las serpientes soltaron su captura y desaparecieron fundiéndose con la piedra. Harry retiró la mano y examinó sus dedos que, asombrosamente, no mostraban marca alguna.
Salazar Slytherin, con la boca abierta por el estupor, seguía observando a Harry con una inconfundible expresión de sorpresa.
*¿Ya han pasado mil años?* siseó Salazar tras recuperar la compostura.
*¿Mil años?* preguntó Harry sin comprender pues estaba más pendiente del hecho de que no había aparecido ninguna puerta.
*Desde la Fundación de Hogwarts*, aclaró.
*¡Ah, sí! Eso creo. Es Hermione quien está más puesta en todo lo concerniente a la Historia de Hogwarts*.
*¿Hermione?* preguntó esta vez la piedra.
*Ella*, dijo Harry señalando a su amiga que no pudo evitar dar un respingo al cerciorarse de que había entrado en la conversación Pársel.
¡Tú, muchacha! llamó Slytherin esta vez sin siseos. ¡Acércate!
La joven dudó un momento hasta que se encontró con la tranquilizadora mirada de Harry.
¿Sí? dijo ella avanzando a la altura de Harry y arrastrando consigo a Ron.
¿Cuánto hace que se fundó el Colegio Hogwarts?
El 31 de julio hará 1017 años.
¿El día de mi cumpleaños? preguntó Harry.
¡Qué coincidencia! exclamó Ron.
Rowina, Helga, Godric y yo escogimos esa fecha a propósito.
¿Por qué? preguntó Harry.
*No creo conveniente responder ahora a esa pregunta. Mi tiempo ya pasó y no debo interferir en el desarrollo de los acontecimientos. Lo que ha de ser será*, respondió ya en Lengua Pársel.
*No ha aparecido ninguna puerta. Sabía que no podía ser descendiente suyo. Soy un Gryffindor*, siseó Harry.
*¡Al contrario, hijo! ¡Al contrario!* respondió Slytherin mirando a Harry con ternura y orgullo. *Disculpa. Estaba tan emocionado de ver cara a cara al descendiente directo de mi pequeño Greeneyes que
Sólo te diré que mis Compañeros Fundadores habrían estado encantados de compartir este maravilloso momento conmigo. Y en cuanto a eso de que eres un Gryffindor, Greeneyes también fue a parar a la Casa de Godric*.
Ron y Hermione no estaban muy seguros de por qué pero ambos tenían la sensación de estar presenciando algo así como la conversación entre un orgulloso abuelo y su nieto.
*Será un placer que traspases mi puerta, Harry James Potter. Mi casa es tu casa. Mi hogar es tu hogar. Hogwarts es tu hogar aunque
Supongo que siempre lo habrás sabido*.
*De algún modo, siempre me he sentido en casa con sólo ver Hogwarts a lo lejos*, susurró Harry en Pársel. *Pero también Voldemort*, murmuró con pesar.
*Ese ya no cuenta, muchacho. No está vivo, aunque
tampoco muerto. Ya no es Heredero de nadie. Mi puerta siempre estará abierta para ti*.
En ese momento, las serpientes de los cabellos del Hechicero se deslizaron hacia el borde derecho de la gran losa de piedra y confluyeron en un punto concreto donde se arremolinaron fundiéndose con la roca y dejando en su lugar una gran Esmeralda hexagonal a modo de pomo.
*Pasa*, le invitó Slytherin.
Harry accionó el pomo y la puerta de piedra se abrió.
*¿Puede entrar conmigo?* preguntó Harry señalando a Ron.
*Él sí*, dijo Slytherin. *Pero ella no. Coloqué un filtro de seguridad para deshacerme de los híbridos indeseables que osaran entrar en mis Dependencias*.
*¡No la llames así!* le espetó Harry.
*Tranquilo. No es nada personal contra ella. Es un modo de hablar*.
*¡Pues no me gusta!* gritó Harry entre siseos.
*No te enfades conmigo. No puedes esperar que cambie mis hábitos en un abrir y cerrar de ojos. Me estoy esforzando mucho por reprimir mis instintos. No es que pueda hacerle daño directamente puesto que yo morí hace ya mucho tiempo. Sin embargo, podría haber dejado que ella entrara contigo para que el filtro hiciera el resto pero no olvido que, de algún modo, le debes la vida y, como tátara abuelo tuyo, estoy en deuda con ella*, concluyó pronunciando con rabia las últimas palabras.
*¿Puede entrar el cuervo?* preguntó señalando a Zarco.
*Naturalmente. No tengo nada en contra de los animales. El filtro no le hará ningún daño. ¡Buen viaje! No te será difícil encontrar lo que busques pues todo está en su ecosistema correspondiente*.
*Gracias*, dijo Harry haciendo una señal a Ron para que le siguiera con las escobas.
Zarco volvió a posarse en su hombro y Hermione les despidió tímidamente con Crookshanks en sus brazos.
Tranquila, Hermione. No te hará ningún daño, le dijo Harry mientras cerraba la puerta.
Hermione asintió aliviada y soltó a Crookshanks que se encorvó delante de su ama erizando el pelo, para parecer más grande y amenazador, y mirando con chulería al pétreo rostro de Salazar Slytherin que rió ante tal ostentación de valentía.
Lo último que oyó Harry al cerrar la losa fue la voz humana de Slytherin dirigiéndose al gato.
Sólo soy una puerta, amigo. No atacaré a tu ama.
Cerrarse la puerta y quedar envueltos en la más absoluta oscuridad fue todo uno.
¿Y ahora qué? preguntó Ron.
Ahora pasaremos el filtro.
¿Filtro?
Sí. Slytherin ha dicho que colocó una especie de filtro para impedir la entrada en su Reserva Natural a cualquiera que no fuera Sangre Pura. ¡Claro que no lo ha dicho tan finamente!
Zarco comenzó a graznar ruidosamente sobresaltando a los chicos pues, por el eco, parecían estar en una estancia vacía y las protestas del ave reverberaron de tal modo que, por un momento, pensaron que les atacaba un pajarraco inmenso al que no podían ver.
¡Lumos! dijo Harry.
Pero no pasó nada.
¡Lumos! exclamó Ron.
Nada...
Creo que aquí no funcionan nuestras varitas, aventuró Harry.
Zarco seguía aleteando y graznando nervioso sobre su hombro.
Tranquilo, Zarco, dijo acariciando el pecho del ave. No te va a pasar nada. Slytherin ha dicho que no tiene nada en contra de los animales.
Las palabras de Harry, sus caricias o ambas cosas a la vez parecieron surtir efecto porque el cuervo comenzó a tranquilizarse
Segundos más tarde, el silencio era tan atronador que los jóvenes creían oír el eco de la sangre bombeada estrepitosamente por sus inquietos corazones.
De pronto, algo cambió en la estancia y el silencio dio paso a un extraño hormigueo bajo sus pies que fue extendiéndose hasta copar la más mínima partícula de aire. A continuación, una tenue bruma verdosa precedió a una intensa luz verde esmeralda que iluminó la estancia, permitiéndoles al fin vislumbrar las características del lugar donde se encontraban
El suelo, de unos cien metros cuadrados, tenía forma ovoidal y el techo, cuyo punto más álgido estaba situado a unos quince metros de altura, tenía toda la pinta de una cúpula. A pesar de sus grandes dimensiones, resultaba claustrofóbico pues estaba totalmente desprovisto de ventanas o rendijas, sin mencionar el hecho de que no había señal alguna de la puerta circular por la que habían entrado.
El estómago de Harry comenzó a revolverse, no por efecto del hormigueo, la bruma o la luz, sino porque todo el cubículo estaba conformado por un material de roca que trajo a su mente el desagradable recuerdo de la caverna donde Dumbledore y él encontraron el falso Horcrux de Voldemort.
Zarco seguía en el hombro libre de cabestrillo sin emitir sonido alguno pero aferrándose fuertemente con sus garras.
Ron parecía encontrarse perfectamente pero estaba alerta y muy tenso porque, al igual que Harry, no tenía la menor idea de lo que sucedería a continuación.
De pronto, el suelo tembló y una voz siseante que salió de las entrañas de la roca comenzó a reverberar por todas partes. Ron miró aterrado a Harry
¿Qué pasa? ¿Qué dice? preguntó con voz temblorosa.
Dice: Bienvenidos a la Reserva Natural de Salazar Slytherin. Tras su creador y Greeneyes, sois los primeros en acceder a ella. Entrad y maravillaos.
En ese preciso momento comenzó a resquebrajarse todo a lo largo la gruesa pared de roca salvo en la zona situada a sus espaldas. La parte de arriba comenzó a elevarse lentamente al tiempo que la maravillosa luz del día fue bañando el interior hasta alcanzar la última arenisca de la superficie rocosa. Cuando todo dejó de temblar, los dos chicos avanzaron hacia el exterior. A ambos lados dejaron sendas hileras aserradas de pequeñas estalactitas y estalagmitas de un metro de longitud. Al llegar a la meta, toparon con dos inmensas y afiladas estalactitas de unos cinco metros de longitud, ligeramente curvadas hacia el interior y del mismo blanco nacarado que las que habían dejado atrás.
Al salir al exterior, la cálida luz del Sol saludó a los recién llegados que, agradecidos, respiraron hondo y miraron al cielo azul que se extendía sobre sus cabezas. Avanzaron unos treinta pasos hasta alcanzar la suave sombra de un frondoso pinar que se extendía ante ellos de derecha a izquierda. Zarco, posiblemente tan sobrecogido como ellos, seguía fuertemente agarrado al hombro de Harry, resistiéndose a abandonar la seguridad de su Amo.
Hasta ellos llegaba un fuerte aroma a mar y no muy lejos podía oírse el suave batir de las olas. Instintivamente, los dos jóvenes se giraron esperando encontrar una playa a sus espaldas y así fue, más no fue lo único que encontraron
Harry y Ron abrieron sus bocas de par en par, incluso Zarco pareció abrir ligeramente el pico. No podían dar crédito a lo que tenían ante sus ojos. Frente a ellos se alzaba la inmensa cabeza de una gran serpiente de dimensiones extraordinarias y que parecía tallada en una especie de roca obsidiana de color verde oscuro. Su inmensa boca estaba abierta y en ella podían distinguirse dos inmensos colmillos de un blanco nacarado. Era la puerta a través de la cual habían accedido a la Reserva de Salazar Slytherin. Poco a poco, la inmensa boca de piedra fue cerrándose hasta descansar una mandíbula sobre la otra y dos ojos fulguraron a ambos lados de su cabeza. Las colosales gemas brillaban tan vivamente bajo la clara luz del día que daba la sensación de que la serpiente pudiera cobrar vida de un momento a otro... Su zigzagueante cuerpo reposaba sobre la fina arena de una playa en la que lentamente morían las suaves olas de un hermoso mar azul en el que una pequeña familia de delfines chapoteaba feliz en sus cristalinas aguas.
Son las diez en punto de la mañana y estamos al nivel del mar, dijo Harry consultando el reloj de Dumbledore.
No creo que estemos de vuelta para la una de la tarde, replicó Ron.
De momento subamos a las escobas. Así sabremos en qué dirección están las montañas nevadas y, además, nos resultará más fácil ubicar el punto exacto donde está la serpiente.
Ron asintió y, al igual que Harry, subió a la escoba y dio una patada al suelo para elevarse. Zarco voló al fin pero muy pegado a la escoba de su Amo. Harry, con su saeta de Fuego, alzó el vuelo más rápido que su amigo y, a una altura de vértigo, paró en seco y giró lentamente observando, entre maravillado y atónito, lo que tenía ante sus ojos.
Zarco, un pelín exhausto por la carrera, se posó sobre el palo de la escoba de Harry, a modo de vigía, y Ron llegó junto a él segundos más tarde.
¡Guau! exclamó Ron. ¡Qué pasada!
Me lo has quitado de la boca
Y no era para menos. Miraran donde miraran, cientos y cientos de kilómetros de mar y tierra se extendían por doquier: llanuras, bosques, selvas, colinas, montañas escarpadas, desiertos, lagos, ríos, volcanes,
Y todo ahí, ante sus ojos, al otro lado de la Sala de Pociones del Reloj de Dumbledore.
Harry miró hacia abajo y, a unos dos kilómetros bajo sus pies, localizó la reluciente Serpiente de roca obsidiana.
Mira, Ron, dijo señalando la puerta. No nos será difícil localizarla. Descansa justo al final del delta de ese inmenso río.
Sí. Y, además, el río nace en aquellas montañas tan altas cubiertas de nieve. Seguro que allí encontramos la Decurainia Sophia.
Estoy de acuerdo. Esas montañas parecen tener una altitud superior a los 4000 metros. Esperemos que Zarco encuentre esas plantas. Como tengo el hombro izquierdo un poco tocado, será mejor que bajemos para que pueda hacer el Encantamiento sin miedo a perder el equilibrio, añadió guiñándole un ojo a su amigo que obedeció sin rechistar para seguirle el juego ante el posible espía que les acompañaba.
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