2006-10-30 14:23
Después de un último fin de semana de octubre en el que se han reproducido las colas veraniegas subiendo de la playa, parace que pocos dudan ya del cambio climático. De hecho,
se habla más de él que de las elecciones catalanas, junto con los fenómenos asociados:
inundaciones en Norteamérica y
en Sudamérica, pasando por
Castilla (a) la Vieja, las
altas temperaturas en Valencia, y
todo lo demás.
Ya no se trata tampoco de ver a quién le echamos la culpa (está claro que la tenemos todos), sino de encontrar soluciones. Se avance hacia la desertización o hacia la era glacial, o hacia una primero y la otra después,
se trata de hacer algo antes de que sea demasiado tarde. El
teletrabajo es una alternativa (como el telecole, la telecompra, el teleocio y todo lo que no requiera fluir con coches a centros comerciales), pero
que no acaba de cuajar: ni siquiera
el Plan Nacional de adaptación al cambio climático parece darle ninguna importancia, basándose más en el tráfico de emisiones. Emisiones que, por cierto, puedes compensar
en empresas como CeroCO2, acallando tu conciencia y haciendo, de camino, algo útil. Ya que no se puede dejar de contaminar, por lo menos trataremos de pagar para que planten árboles que fijen el CO2 que estamos emitiendo.
Si es cierto que la blogosfera está hirviendo (literalmente) con el tema: al menos dos blogs dedicados exclusivamente a eso:
Cambio Climático, y uno de los periódicos de Lastinfoo:
Cambio climático, un agregador temático sobre ese mismo tema.
Pero lo cierto es que las palabras son aire y al aire van. La blogosfera está llena de memes que se justifican en si mismos, y que, eventualmente, no cuestan ningún trabajo. Los flashmobs son diversión por la diversión. Pero, ¿y si se hiciera una iniciativa que tuviera un impacto medible? La blogosfera es una red social, y la verificación de una iniciativa se puede hacer cara a cara: a cada cuál que lo controle quien tenga más cerca.
Lo que no sé es qué puede ser ses iniciativa. Lo ideal sería que dejáramos el coche en casa un día de la semana. No es que me resulte fácil, pero podría ser. Otra, plantar macetas en la terraza o en el despacho. En ambos casos, lo interesante sería tener una forma medible que cuantifique cuántos gases de efecto invernadero hemos dejado de emitir.
En fin, todo esto es utópico. Pero lejos de iniciativas tan, con todo cariño, chorras como
ponerse una pegatina rosa en los auriculares si escuchas podcasts, ¿por qué no proponemos una etiqueta que diga cuánto CO2 hemos dejado de emitir, con un URL o un semacode o lo que sea que diga qué es lo que hemos hecho específicamente para conseguirlo?
¿A alguien se le ocurre algo? Porque como tengamos que esperar a que los políticos lo solucionen...