2006-12-07 12:18
Todo hombre es un título bastante apropiado para este libro, que trata de la épica y la tragedia de lo cotidiano a través de la vida y la muerte de un ejecutivo publicitario. Empieza con el entierro, y sigue deconstruyendo su vida a través de sus matrimonios, su hija, su hermano al que admira y envidia, y, sobre todo, la enfermedad, la soledad y la muerte que rodean al protagonista en sus últimos días.
Es un libro con moraleja, o con muchas moralejas. Para mi, la principal es que las buenas intenciones, o la ausencia de malas intenciones, no es suficiente para garantizar una vida sin los reproches y aislamiento de los que te rodean. El protagnista nunca pretendió hacer daño a sus esposas, nunca pretendió separarse de los hijos del primer matrimonio, nunca pretendió alejarse de su hermano. Sin embargo, sus ex esposas lo odian, sus hijos lo ignoran, y sólo tiene a su hija como apoyo afectivo.
Por otro lado, es una novela sobre la muerte. Empieza con la muerte, y los hitos de la existencia del protagonista son las muertes de sus familiares, las enfermedades que, si no matan, cambian drásticamente la existencia de quienes la sufren, y las muertes de las personas que lo rodean. Dedica páginas y páginas (en una novela bastante corta) a los suburbios de la muerte, la descripción del cementerio judío en el que se entierra a su familia (y él mismo), y una charla con el jovial enterrador que cava, con sumo cuidado, las tumbas en ese mismo cementerio. El mensaje que te transmite es que no hay grandeza en la muerte, sólo miseria, pero eso no exime que sea una tragedia, si no para las personas que quedan, siempre para la persona que se va.
Sólo un consejo si la leéis: una vez que lleguéis al final, volved al principio, y leeros el primer capítulo, que sirve también como epílogo. Y muchas gracias a Mina Nabona, que me envió este libro, de forma totalmente inesperada, de mi lista de deseos.