2006-12-16 12:50
Esta mañana, viendo a mis hijas seleccionar la música que quieren escuchar de los gigas que hay en el disco duro, me he dado cuenta de que el modelo cultural en el que ellas están creciendo es muy diferente del que tuvimos nosotros. Bueno, cuando yo tenía su edad todavía estaba el chache Paco vivo, y la diferencia es abismal, pero cuando comencé a ser consciente de eso que se llama la cultura, era algo que se me achuchaba a través de la radio y la televisión; íbamos con el radiocassette a todos lados, y escuchábamos (grabado) o nos comprábamos lo que previamente habíamos visto en
Aplauso o, cuando éramos más conscientes, en
Popgrama.
Sin embargo, el acceso a la cultura es totalmente diferente hoy en día. Ya no nos colocamos ante la tele, o nos ponemos una emisora musical para que nos cuente qué es lo que debemos oir. Buscamos recomendaciones (entre ellas, de alguna emisora, por qué no) y nos bajamos lo que nos gusta. Si antes el porcentaje de decisiones de compra iba condicionado en un porcentaje altísimo por los medios de comunicación masivos, ahora su influencia disminuye hasta prácticamente desaparecer. Y lo importante no es tanto que cuando uno se baje un CD no pague (que si paga, desde la banda ancha hasta la electricidad, pero bueno...), sino el hecho de que se baja principalmente lo que le da la gana. Eso no quiere decir que, en muchos casos, no se baje lo que ve en carteles o ve un anuncio en la tele, sino que esa influencia recibida por esos medios va a ser una más, al lado de lo que lea en una revista musical, o, una vez más, lo que le diga la red social, dentro de la cual están también los blogs.
El gran problema que tienen los que proporcionan contenidos es precisamente ese: no tanto que, eventualmente, haya alguien que no pague por esos contenidos, sino el hecho de que su poder de decisión sobre los contenidos que ve la gente lo han perdido, porque es más difícil controlar un millón de medios que veinte, o cincuenta. E intentos
no por controlarlo, sino por usarlo están destinados al fracaso.