2006-12-31 11:56
Aviso: muchos spoilers en esta zona
El mundo es una metáfora, repiten en este libro. Que está, precisamente, lleno de metáforas. La principal es la metáfora de la biblioteca: el libro es como una biblioteca, porque se mencionan múltiples libros, libros que leen los personajes en bibliotecas o en cualquier otro punto; libros que, como la biografía de Eichmann, posiblemente no tengan nada que ver con la acción. Pero las metáforas funcionan a muchos más niveles, y van en ambas direcciones. Nakata, el personaje corto de intelecto que, sin embargo, habla con los gatos, es el propio lector, que va avanzando por el libro sin entenderlo muy bien, que va de un capítulo a otro buscando la solución a los múltiples enigmas, pero llega al final sin encontrarlo. Los personajes son también arquetipos de los mitos de los que ellos mismos hablan: Oshima es el andrógino hembra/macho, que declara estar enamorado, pero yo creo que de si mismo: es un ser completo, que no necesita de su otra mitad. Otra metáfora es la orilla, el borde entre los mundos: los gatos hablan con las personas, como hace Hoshino, en la frontera entre dos mundos, y Nakata está siempre en esa frontera. Un suceso en su juventud hizo que la traspasara, pero cuando volvió no llegó a situarse demasiado lejos de ella. Y Kafka, el cuervo, el niño llamado cuervo, está en esa orilla, va y vuelve fácilmente a través de ella, se convierte en diferentes personajes, viaja en el tiempo y en el espacio, sin dejar de ser Kafka-el cuervo y un niño de 15 años.
Y, por supuesto, los mitos son también metáforas. Kafka en la Orilla habla sobre el
mito de Edipo (al que siempre recordaré por la
canción de Defcondos: Edipo rey, mamá putón, te borré de mi foto de primera comunión). Pero, a su vez, ese mito es una metáfora sobre la mayoría de edad, sobre cómo los niños deben superar la figura del padre para buscar pareja y convertirse, a su vez, en padres. Lo que es, a su vez, consecuencia de otro de los mitos que mencionan en el libro: el de que al principio de los tiempos existían tres tipos de seres vivos: los hembra/hembra, macho/macho y los macho/hembra, y que llegó un dios y los dividió en dos partes. Fue entonces cuando todo ser debe buscar pareja... y se da lugar al complejo de Edipo. Fin spoilers.
Kafka en la orilla es un libro complicado, y, por tanto, magistral. Por eso me extraña verlo en la lista de los más vendidos, pero la lógica del mercado es complicada, probablemente sea una historia larga, y, como dice Hoshino, no me gustan las historias largas. Es un libro que no explica todo; de hecho, no explica casi nada. Es una búsqueda en la que no está muy claro qué es lo que se busca, ni cuando se encuentra. Sin embargo, es un libro que atrae, que no puedes dejar de leer. Las divagaciones son suficientemente cortas, y se imbrican suficientemente bien con la trama, como para que no estorben. Pero si esperas respuestas a todas las preguntas, todos los protagonistas, vivos, muertos, conceptos, en una sala, al final, a lo Agatha Christie, y un
showdown final, te vas a decepcionar. Haruki Murakami es japonés, y la narrativa japonesa es diferente, menos lineal, que la occidental. El tiempo no importa, importan las relaciones entre los protagonistas. Y bien que te lo dice múltiples veces a lo largo de la narración, tanto Nakata, que no tiene una clara sensación de tiempo, como, bueno, en un momento que en esta parte no-spoiler no puedo revelar.
Si te gusta Neil Gaiman, posiblemente disfrutes mucho con este libro. Si te va el manga, posiblemente también, pero menos. Lo que está claro es que va destinado a convertirse en un libro
canónico, uno que
hay que leer. Por lo que no puedo dejar de aconsejarlo.