2007-01-21 09:44
El
diccionario del diablo de Bierce dice que un ministro es un agente del poder más alto con la responsabilidad más baja. Y, dado que se pasan la mayor parte del tiempo inaugurando cosas y en saraos, mítines y presentaciones diversas, caben pocas dudas de lo que
realmente hace un ministro. Pero ayer, la ministra
de Sanidad Elena Salgado lo ha puesto negro sobre blanco en El Mundo (artículo que, como es habitual, he sido incapaz de encontrar):
No está entre los ministros más populares, ¿le extraña?
-No me he dedicado a la carrera política profesional, no busco popularidad. Lo que busco es que el presidente Zapatero gane las próximas elecciones, que lo va a hacer, sea yo popular o no
Lo que no deja de ser sorprendente, por la franqueza. Cuando preguntan a un ministro algo, normalmente sale por la contestación
Miss Venezuela, "quiero que todos seamos más ricos" (economía) "que haya trabajo para todo el mundo" (Trabajo) o "que todos nademos más" (Marina). Pero al parecer, no es así. Los ministros (o, al menos, esta ministra) buscan que su partido (perdón, el candidato de su partido para las elecciones anteriores y presidente actual) gane las elecciones.
Lo que me parece, si me lo permiten, algo grave. Por varias razones. Puesta ante dos opciones, una popular, y otra menos popular, pero que va a servir para que el país avance (o que se piense que va a avanzar), ¿qué va a elegir esta ministra? La más popular, claro, porque lo que busca es que el presidente actual (ni siquiera el presidente que elija su partido, ojo) gane las elecciones. Lo siguiente, es que un ministro es un funcionario público. ¿Para qué le estamos pagando? ¿Para que haga su trabajo? No, para que forme parte del comité electoral de su presidente actual (una vez más, no de su partido), y consiga que gane las elecciones.
Pero lo más grave no es eso. Lo más grave es que un ministro pueda decir eso, y nos quedemos todos tan tranquilos. Que se llegue a una confusión tal entre gobierno y partido que gobierna, que no nos parezca extraño, ni malo, ni poco ético, que una ministra, que ni siquiera parece la ministra más identificada con el partido (como podría serlo, no sé, Rubalcaba o Caldera) diga tal cosa. Es lo más normal del mundo.
Es más, debería servir como ejemplo. Cualquier funcionario público debería hacer lo mismo. Cuando le pregunten a un bombero ¿usted por qué apaga fuegos? debería contestar que lo que busca es que el actual presidente gane las elecciones. Los jardineros deberían podar setos buscando, también, la perpetuidad del actual presidente. Las amas de cría, dar teta con el mismo objetivo. Y los médicos, cuando curen, que no se olviden, nunca, que cada curación avanza en el objetivo final: que el presidente gane las elecciones.