2007-01-27 11:14
Leyendo artículos como
el de fernand0 sobre las cámaras, el acoso y la intimidad, hay algo que se me escapa. Me acuerdo, por ejemplo, de aquel episodio de los Simpsons en el que Homer va a una despedida de soltero, Bart le hace una foto con una cámara espía y se acaba difundiendo por todo Springfield. En él no había nada digital: sólo cámaras y fotocopiadoras analógicas. Y sin embargo, el efecto es el mismo.
Así que igual me estoy perdiendo algo: o antes sucedían fenómenos similares, pero en menor escala, o sucedían igual, o no sucedían. De hecho, algo muy similar (y muy analógico) sigue sucediendo en muchas ciudades: alguien se casa y se anuncia la despedida de soltero con carteles cachondos que se pegan por toda la ciudad.
¿Qué es lo esencial de lo digital? La inmediatez y la economía. Tira 100 fotos hasta que una de ellas capta el momento correcto, y mándale en un instante a Internet (y a todo el mundo). Pero no hay nada revolucionario en ello. Antes también se podía hacer un video en un mitin político, o una foto, o simplemente escribir lo que sucedió allí, y hacerle fotocopias, o mandarlo como una carta al director, o enviarlo a una televisión local.
¿Cuál es la cuestión, entonces? No estoy muy seguro, pero me inclino por dos factores: uno, el sicológico, y otro, el de acceso. El factor sicológico es la credibilidad añadida que se le presta a lo que hay en internet y a la imagen. Un cartel en la calle, una carta al director, la descripción de algo, no tiene tanta credibilidad como una foto cuyos campos de descripción dicen que se ha tomado hace unos minutos. Curiosamente, cuando sobre todo los periodistas cuestionan el problema de credibilidad de los medios digitales, yo creo que todo lo que está en internet nace (de forma bastarda, pero es así), con más credibilidad que lo que se encuentra escrito o pegado en la pared.
Y el segundo factor es el de acceso. Una carta al director tiene que pasar por muchos filtros para que se publique, incluyendo el sesgo ideológico del editor o lo que sea. Sin embargo, lo que uno sube a YouTube no pasa absolutamente por ningún filtro. Lo hago, y ahí va. Lo que redunda también en su credibilidad, claro.
La conclusión de todo esto es que, en realidad, lo importante de este mundo en el que la intimidad es un lujo no es tanto la economía ni la inmediatez, sino la facilidad en la difusión de la información y la credibilidad añadida que se le presta. ¿Suena plausible?