2003-01-11 19:40
Terminé este libro anoche, alrededor de las 12 de la noche, a unos 2 o 3 mil metros de altura. Lo cual, probablemente, es bastante adecuado para un libro cuyo tema principal es el vuelo. El vuelo físico, sus mecanismos, y el vuelo de la imaginación.
Es difícil decir algo original sobre un libro tan original (y tan extenso, más de 800 páginas), así que simplemente daré una serie de apuntes. A ver... imaginaros una ciudad donde hay una serie de razas, unas humas, otras humanoides; un gobierno que bordea la dictadura, y que está en colusión con una serie de mafias; una tecnología similar a la del siglo antepasado (el XIX, vamos), pero mezclada con magia. Y en medio de todo eso, unos superpredadores que son capaces de sorber la mente de sus víctimas, y excretarla por otro lado, provocando pesadillas a todo el mundo. Bueno, pues eso es Perdido Street Station.
El prota es un tal Isaac Dan der Grimnebulin, un científico más o menos alternativo, que se gana la vida en un taller particular haciendo proyectos más o menos privados. Su novia es una khepri, una insecto humanoide, que además es escultora. Ambos reciben encargos: ella debe esculpir a Motley, el líder de una de las mafias locales; él debe tratar de devolver la capacidad de vuelo a Yagharek, un garuda, o pájaro inteligente, habitante del desierto, que ha sido condenado a perder las alas por sus congéneres.
En fin, así empieza la cosa, y no os la voy a contar completa para no estropearla. Sólo deciros que empieza bien, sigue bien, y no acaba tan bien. Sin embargo, la novela no cae en ninguno de los errores típicos en este tipo de cosas: ser simplemente un desfile de monstruos, y basarse en la extrañeza producida por los mismos (aunque tiene algo de desfile de monstruos), basarse demasiado en los personajes y poco en el entorno, basarse demasiado en el entorno y no en los personajes... en esta novela, los personajes están perfectamente descritos, integrados en el entorno, y el equilibrio entre la descripción y la acción es totalmente adecuado. Tampoco cae en el error de introducirte palabras extrañas cuyo significado sólo conoce el autor y que no se explican hasta tres o cuatro páginas más adelante, creando una tensión artificial. La tensión la crea la trama, y está bien llevada. Tampoco aparecen ningún Deus ex Machina; hay algunos Deus, y algunas Machinas, pero su aparición en la trama es totalmente lógica, y su actuación coherente.
Pero al final falla un poco. A veces da la impresión de que introduce subtramas y luego se olvida de ellas, dejando algunos flecos sueltos. Tampoco tiene demasiada piedad con el lector; te introduce personajes, les tomas cariño, y les pega palos que los deja breaos. Al final, al personaje que se le toma más cariño es al Tejedor, un ser transimensional que "teje los hilos de la ciudad".
En fin, el libro es totalmente recomendable, aunque no perfecto. ¿Y qué lo es? Está
editado en español por Nova ciencia ficción. También podéis comprarla
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