2007-03-15 13:04
A nuestro viejo amigo
Jaron Lanier (a quien vi personalmente tocando la ocarina en un curso de verano del Escorial, con Alaska en primera fila, y siendo la primera en hacerle una pregunta en perfecto inglés... tiempos aquellos) le gusta provocar, como cuando se
metía con la idea de agentes inteligentes. En aquellos días decía que era imposible, e incluso perverso, que un agente aprendiera nuestros hábitos. Ahora lanza la idea del
maoismo digital: los muchos pueden estar más equivocados que cada uno de los elementos por separado. Lo lei hace tiempo, pero lo he visto referenciado
en La Petit Claudine. La Petit Claudine está de acuerdo con él. Lo que elige una mayoría no tiene que ser necesariamente lo mejor. Pero eso es un argumento antiguo (y que vale para todo menos para elegir gobierno, por cierto).
Pero yo creo que hay una confusión de términos. No se trata de elegir
lo mejor, sino
lo que me interesa o
lo que me gusta. Está claro que no puedes confiar en
Meneame para que te diga por donde sopla el viento, pero tu agregador, que incluye a los supervivientes de un proceso darwiniano en el que las bitácoras se reproducen (añades nuevas bitácoras mencionadas en bitácoras que ya conoces) y desaparecen (eliminas bitácoras que te aburren), es también una inteligencia colectiva. No colectiva de todo el colectivo, sino de los que tienes más cerca, cuyos gustos y disgustos conoces.
Porque estamos hablando de gustos, no de calidad. Ya somos mayorcitos para concluir que porque un libro o una película no nos guste no es buena. Son dimensiones ortonormales, el grado de calidad y el grado de satisfacción que te produce algo. Yo estoy seguro de que libros que he puesto verdes aquí son excelentes. Y de que el Ulysses de James Joyce también lo es, a pesar de que se cuentan con los dedos de la mano los que han sido capaces de terminarlo. Como Rayuela de Cortázar, por cierto. Y ya que lo menciono, regalo este libro para quien lo quiera y quiera pasarse a recogerlo.