2007-06-02 17:16
Es posible, si no probable, que haya muchas fotos en Internet en las que aparezcas sin saberlo. Por ejemplo, puede que
tu gato aparezca en la vista a nivel de calle de los mapas de Google (via
Slashdot) o que
haya etiquetado con tu nombre alguna foto en FaceBook, o Flickr, o donde sea. En cualquier caso, puede que, en esa precisa foto, aparezcas pellizcándote la nariz, o
saliendo de un club de striptease, o haciendo cualquier otra cosa; y puede que alguien asocie esa imagen a un nombre y apellidos.
El concepto de intimidad que tenemos es bastante amplio, y está relacionado con el anonimato. Cuando uno se siente anónimo, hay una cierta intimidad que te permite hablar de temas personales en un tren lleno de gente, o hacer a 2000 kms cosas que no haríamos en casa. El problema es que hoy en día en cada bolsillo hay una cámara, y en cada casa una conexión a internet, y en cada conexión de internet miles de horas empeñadas en las cosas más variopintas, como buscar caras conocidas en la multitud. Hay
decenas, cientos de millones de pequeños hermanos que pueden poner a una foto un comentario del tipo "Mi compañero de trabajo Jim Ejillones dándose el muerdo con alguien que, evidentemente, no es su mujer el día que se suponía que estaba a 300 kms de distancia en una reunión".
Caben dos posturas extremas ante esto: renunciar a la intimidad; de hecho, ya se renuncia hasta a la intimidad en la propia casa con webcams y simplemente contándolo en blogs. La otra, extremar las precauciones, y comportarse siempre como si fueras la Pantoja apeándote de un AVE. Me da la impresión de que hoy en día la primera postura es mucho más popular. Pero quién sabe.