2007-06-10 22:58
Es una circunstancia bastante afortunada que en Bruselas no haya mosquitos, a pesar de que su nombre
signifique, literalmente aunque en alguna lengua ignota, marisma porque tener la ventana abierta con el objetivo de
pescar WiFi puede provocar el ingreso de ese tipo de insectos y todo tipo de circunstancias desagradables. Entre las que puede estar una pulmonía, claro. Pero afortunadamente la temperatura es agradable, y no es nada que no se pueda soportar sin manoplas y todas las mantas que el hotel ponga a nuestra disposición. Es mentira.
Bruselas es una ciudad recoleta. Se pasa de los suburbios al centro, de la más absoluta soledad en las calles al barullo cosmopolita, todo en el espacio de una simple caminata. Veinte minutos, más o menos, andando. Si lo que quieres es comer, por el camino, se hace difícil elegir el restaurante, porque todos ellos tienen la misma marmita de los mismos mejillones. Que seguramente están cogidos en Sudáfrica. Así que se va a lo conocido: un gyros barato y consistente en su mala calidad. Y lo que se echa de menos es, en un
país que acaba de tener elecciones (en las que han ganado todos menos la
que hizo promesas imposibles de cumplir, aunque se ha llevado un 0.29%) no hay ni un cartel por la calle. Yo no he visto ni uno, por lo menos. Porque los carteles tienen un lenguaje universal: persona sonriente, colorines, y "vota". Bueno, salvo la susodicha, que a saber lo que pondría en los carteles. Aunque tampoco la he visto.
En resumen: que ya estamos aquí pa lo que gusten mandar.