2007-06-13 20:08
El origen de la comida típica belga, las patatas fritas, se debe a Astérix, como todo el mundo sabe. Tener como comida típica las patatas fritas es un poco triste; al menos en España realizamos un salto cuántico convirtiéndolas en tortilla de patatas. Igual que la otra comida típica: mejillones. Si, mejillones. Te paseas por el
îlot Sacré, y ves gente rodeada de marmitas de mejillones (creo que la marmita se la deben a Obélix, también), que junto con un vasito de vino Monsieur Le Simon (con fecha de caducidad lejana) te perjudica entre 12 y 18 euros.
Pero lo curioso es la concentración de restaurantes étnicos que se produce. Una calle tendrá decenas de sitios de mejillones, otra de pizzas, otra de tailandeses y orientales, y otra, donde finalmente cené yo ayer, de griegos. La Kaasemarkt, o Marché aux Fromages, es del queso feta, porque todos los restaurantes son griegos. Pero, aparte de un precio más que razonable para una cantidad de comida considerable, tienen una eficiencia que ya quisieran los del bar de Informática. Pides el gyros con la birra, y son unos 3 minutos hasta que lo tienes encima de la mesa. Tienes un plato vacío, y son otros 3 minutos hasta que tienes al dueño encima, diciendo parakalos, parakalos, o séase, atención, que este ha terminado, a ver cuándo va yéndose, que hay más guiris esperando.
Por otro lado, hoy ha hecho sol casi todo el día. Es decir,
bruma del segundo tipo.
Seguiremos informando.