2007-06-30 19:18
A estas horas casi todo el mundo habrá oido ya que
dos personas asiáticas (lo que en el argot inglés significa más paquistaníes que chinos) han lanzado un coche contra la terminal del aeropuerto de Glasgow.
Analicemos un poco el tema. En la lógica retorcida de las mentes pensantes británicas, un ataque que posiblemente sea terrorista suele llevar a la conclusión de que, por el éxito del mismo, los terroristas volverán a intentarlo de nuevo
de la misma forma. Por eso, el que alguien una vez tuviera una receta para crear una bomba líquida (aunque luego se probó que ni siquiera tenía la intención de montarse en un avión) llevó a la situación actual, en la que no se pueden pasar líquidos por el control, aunque luego puedes comprar todos los que quieras en las dutifrí. El que alguien usara un cutter para secuestrar un avión, hizo que ahora no se pueda llevar ni un cortauñas, aunque un terrorista intentando secuestrar un avión con un cortauñas dé más pena que miedo.
¿Qué va a pasar ahora? No lo sé, pero seguro que será desagradable. Posiblemente, que en vez de poder dejar a los pasajeros a la puerta del aeropuerto, como sucede en casi todos los aeropuertos españoles y muchos extranjeros, haya que dejar el coche en el quinto pino, y luego llegar andando. Seguro que habrá una semana de paranoia en los aeropuertos que causará molestias en el ciudadano (y en servidor de ustedes, que tiene que ir al Reino Unido la semana que viene), y unos cuantos terroristas muriéndose de risa.
Me da la impresión de que muchos ataques terroristas buscan en realidad más los efectos de segundo orden que efectos inmediatos. Muchos millones de ciudadanos afectados en su quehacer más o menos diario tienen más efecto que lo que pueda suceder en un punto determinado del espacio o del tiempo; además, siendo menos letal, sumerge a un porcentaje mayor de la población en el bucle acción-represión.
Puede parecer una posición egosista; después de todo, se puede decir aquello de "es por su propio bien" y "así se evitan males mayores". Pero me gustaría saber cuántos secuestros y explosiones han evitado los cientos de millones de botes de pasta de dientes y briks de zumosol incautados. Y los que evitarán las medidas represivas que se tomen a partir de ahora.