2007-08-07 10:13
Aviso: puede incluir spoilers
Después de ver que
el último libro de la franquicia de Harry Potter le gusta a casi todo el mundo:
PJorge,
Daurmith,
El Pez,
Akin,
BioMaxi...
Así que se siente uno como un bicho raro. No es que no me haya gustado (aunque hay una parte, cerca del final, que me ha llegado a irritar); la serie, y este último episodio en particular, tiene su mérito. Pero, por encima, o junto a esos méritos, tiene muchas cosas que chirrían. Como las siguientes:
- El tono narrativo es muy inadecuado. Las escenas épicas no tienen tono épico, las sentimentales no tienen tono sentimental, las de terror no tienen tono terrorífico. JKRowling no sabe crear una atmósfera adecuada a lo que está describiendo, a través del lenguaje, de las imágenes, y de los propios personajes. El tono en todas las escenas es muy uniforme, ligeramente humorístico sin ser irónico.
- JK Rowling abusa de los artefactos narrativos. De hecho, parece que se haya mirado el artículo de la enciclopedia correspondiente y los haya usado todos. Pero especialmente abusa del Eavesdropping. A ver, todo el mundo usa esos artefactos narrativos. Pero no se notan, ni son tan evidentes, ni tan necesarios para el desarollo de la acción
- El abuso del artefacto anterior se debe al punto de vista que se usa en el libro. Todos los libros tienen la misma estructura. Un comienzo (artefacto llamado gancho narrativo) que usa un narrador omnisciente, donde se introduce la acción, pero seguido por un narrador equisciente en tercera persona. El lector sólo sabe lo que conoce Harry Potter. Por eso hay tantas capas de invisibilidad, orejas extensibles, puertas entreabiertas, páginas del Daily Prophet, Pensieve, e informes de miembros de la Orden del Fénix. La dosificación de la información a través de Harry Potter ayuda a dar interés a la acción, pero el uso de esos artefactos lastra la narración; usar puntos de vista múltiples la hubiera hecho más ágil; además, en muchos casos se trata de información que no es necesaria para el desarrollo de la acción, y que Harry Potter no tiene por qué conocer, pero el lector si.
- La creación del mundo, el world building, es escaso y terriblemente ad-hoc. El mundo mágico es incoherente, su interacción con el mundo real más todavía, y los mecanismos e interrelaciones entre diferentes criaturas mágicas se ponen y se quitan según conviene. Los elfos resulta que "tienen magia que los magos no conocen". Los centauros aparecen cuando conviene, y desaparecen cuando no se sabe qué hacer con ellos. Los goblins son malos o buenos o malos, no está muy claro. El ministerio de magia tiene maneras dictatoriales (¿quién vota al Ministro de Magia?), no es ministerio de ninguna presidencia, lo ostenta gente realmente incompetente... La reacción del mundo mágico a la limpieza étnica de los secuaces de Voldemort en el ministerio es absolutamente patética. ¿Qué hace Arthur Weasley? ¿Desaparece y empieza a trabajar con la resistencia? No, sigue currando, y espera que Harry le saque las castañas del fuego. Igual la plantilla de Hogwarts: tragan carros y carretas, en vez de dedicarse a la resistencia activa o pasiva. ¿Qué hicieron los magos en la 2ª Guerra Mundial?
- Y eso es el siguiente defecto: sitúa al mundo mágico al lado del mundo real (si no, no habría Muggles), pero no le da chicha, no le dota de ese poder de sugestión que sería conveniente
- Por último, los Deus ex machina son tremebundo; el más gordo de ellos en forma de gorro y espada de Gryffindor. De hecho, hasta cierto punto las historias son una espera del Deus ex Machina más adecuado a cada episodio de la serie
- Hay también cierta torpeza, que se podría perdonar en los primeros libros, pero que en el último cantan. Ejemplo a bote pronto: en el primer capítulo, se repite dos veces lo de que al mirar el espejito "sólo vio el reflejo de su propio ojo". Hay también muchos lugares comunes, e incluso hay gente que ha detectado errores gramaticales (yo no)
- Los personajes. Quizás sea lo mejor de la serie, pero no los personajes principales, sino los secundarios. La percepción de Dumbledore, de Snape, del padre de Harry Potter, de la madre, incluso, cambia a lo largo de la serie, y es posiblemente lo mejor. Pero ¿los principales? Ron es un necio celoso, Hermione, aunque es de lo mejorcito, en el último episodio se dedica a las cocinicas, y Harry se traga todo lo que le dice todo el mundo (especialmente Dumbledore), se tira la mitad del último episodio diciéndole a todos los que le ofrecen ayuda que no le pueden ayudar en su misión, que le ha dicho Dumbledore que no y lo dicho, dicho está, y, en resumen, tiene el mismo espíritu crítico que Lucius Malfoy con su señor Voldemort
- La magia. A ver, la fantasía está bien. En general. Pero magia no es "esto se hace en este momento porque si y luego no porque no". Los buenos libros de fantasía siempre ponen algún contrapeso a la magia: cansa, necesita algún artefacto, y, en general, se comparte información entre lector y escritor para que el primero no se sienta engañado. Un superpoder es mágico, pero a Superman le puede la kryptonita. No te puedes sacar de la manga que la varita sólo funciona si uno la ha ganado en duelo porque te conviene, y esperar que nos lo creamos. Si una varita es invencible, es invencible. También en los libros de magia y brujería existe ese pacto implícito entre lector y escritor que dice: vale, yo me trago tu libro, pero tú no me engañes y te saques cosas de la manga. O si lo haces, no lo hagas mucho
En resumen, que aunque la serie de Harry Potter tiene sus cosas buenas, que hacen que uno, más o menos, se lo pase bien leyendo, JK Rowling no es JRR Tolkien (bueno, si acaso, es más entretenida), yo creo que, por lo pronto, no va a pasar a la historia de la literatura. Se quedará ahí, al lado de
Enid Blyton.
Aunque igual despega su carrera literaria a partir de ahora. Quién sabe.