2007-08-16 09:07
El GPS es un gran invento. Con voz aterciopelada, pero firme, te va guiando por ciudades y carreteras ignotas, hasta llevarte a tu destino. Uno tiende a confiar ciegamente en ella, sobre todo porque muchas veces no queda otro remedio.
El problema es que esa obediencia plantea unos problemas morales estilo House. Uno ve un cartel feo de grande que indica "Destino de uno, pallá", mientras que Mari Pili, la duendesa que habita el GPS, permanece muda. ¿Qué diablos hace uno entonces?
Primero, el problema no es qué haces tú, sino qué hace ella. Si te desvías del camino justo, Mari Pili se enroca y durante un buen rato te sugiere cambios de sentido en cada cruce, va aumentando de 7 en 7 kms la distancia a destino en su pantallita, y eventualmente que gires a lo 007 en medio de la carretera y des la vuelta de una puñetera vez, co*ones. Es el punto de no retorno: en ese momento Mari Pili, que es muy lista, dice "perdidos, al río", y se pone a buscar una nueva ruta que a veces, sólo a veces, es la que tú realmente quieres coger.
El problema es que GPS, al menos en su versión
CoPilot, que es el que llevan los Acer, tiene sus filias y sus fobias. Le pirran las autovías. Las rutas son, en general,
busca la autovía más cercana y tira palante, hasta el punto que puede escoger los dos catetos de un triángulo, si son autovías, antes que tirar por la eficiente hipotenusa. Y en sus fobias, están las carreteras sin nombre. Si hay una carreterita, que indica claramente que es un acceso a la autovía, a pesar de lo que le gustan, pero no tiene nombre, ay, te seguirá llevando por la honrada carretera con nombre hasta que haya un acceso, con nombre también, a la autovía.
Eso hace que te líe pifostios importantes, sobre todo en población. Las carreteras con nombres pasan por poblaciones también con nombre, y acabas encontrándote más semáforos que en el Camino de Ronda. Pero eso no es lo peor: lo peor es cuando te encuentras una calle cortada porque están cambiando el sistema de tráfico neumático local, o lo que sea. Ahí ya no sólo te haces tú un lío, sino que también se lo hace Mari Pili, y mejor te paras donde pilles a tomarte unos churros o un kebab, porque la cosa va para rato.
En resumen, que yo no sé si habrá evitado la ruptura de matrimonios o no, como decía el creador del
Tomtom, pero lo cierto es que a Mari Pili tiene que auxiliarla un copiloto con inteligencia natural y, si es posible, con un buen mapa, a ver qué diablos es lo que tiene en sus meninges silicónicas la amiga Mari Pili.