2007-08-19 18:12
¿Para qué sirve un libro de viajes? Un libro de viajes, si está bien escrito, es como estar allí, es evocar un tiempo y un espacio en el que, posiblemente, no te encontrarás nunca. Si, como en este caso, se escribió en los 50, la Yugoslavia de Tito, la Persia del Sha, o el Afghanistán de
Zahir Shah (al que encuentra cazando, cerca del final del libro), lo descrito es tan mítico como la Tierra Media o el marte de Ray Bradbury.
Por eso me gusta leer estos libros, meterte con ellos dentro de las
chaijanás a tomár té y conversar en idiomas ignotos, cambiar una rueda en el desierto de Lut, o beber
arak en una taberna armenia del Azerbaiyán iraní. Sobre todo, como en este caso, porque es muy probable que no hagas nunca. Hay dos tipos de libros de viajes: los que te hacen pensar "A ver cuándo me puedo pasar por ahí" (como, por ejemplo,
La Isla Secreta), y en los que piensas "Qué bien que me hayan contado todo esto, porque si me pierdo, que no me busquen por ahí", como éste y
El Safari de la Estrella Negra. En este caso, donde no tienen que buscarte es en un camino que va, por tierra y en un
Fiat Topolino, dese Belgrado hasta el
paso del Khyber (no a la frontera con la India, como anuncia la portada), pasando por Tabriz una buena temporada, por el
Saki Bar de Quetta, y por Kabul, el centro del mundo. En ellos, el autor y su compañero Thierry tratan de ganarse la vida a base de vender artículos a la prensa local, dar conferencias, vender pinturas (impagable la escena de los dibujos procaces en Quetta), o directamente poniendo la gorra.
El lenguaje de la traducción, de Península, resulta un tanto extraño, y a veces incomprensible. Acabo de mirar en internet que el
juego de chaquete al que se tiran jugando proganistas y secundarios una buena parte del libro es en realidad el backgammon. Algunas veces te encuentras expresiones bastante pintorescas, pero, en este caso, contribuyen a crear ese aroma mediados-del-siglo-XX que hace que el libro sea tan agradable.
En resumen, que lo recomiendo. Además, te lo puedes encontrar por tres euros en cualquier baratillo o
feria del libro de paseo marítimo. Esta copia mía se la regalo al primero que me la pida (que no sea
Ferguson, que ya se ha llevado muchos).