2007-08-31 17:59
En el equipo de guionistas de cada serie hay una persona fundamental: el cortador de episodios. Es el que decide en qué momento exacto va a terminar, dejando por tanto a una masa de espectadores en la mayor de las zozobras, sin saber si la semana siguiente, al que acaban de disparar y que tiene una bala exactamente a una pulgada de su ojo derecho va a morir o no, si aquello de "Nunca te he querido y nunca te querré" es una broma o lo ha dicho en el Mundo Real
TM, o, finalmente, esa tarántula que avanza por el cogote del personaje dormido es efectivamente un arácnido de quelíceros mortales o simplemente un hamster cariñoso con cierta capacidad para el transformismo.
No sólo se trata de que corte, porque entonces los episodios acabarían unos a una hora, y otros a otra, y no durarían todos 42 minutos en versión eMule (que es la buena), sino de que alargue el resto para que quepa exactamente en ese tiempo. Así que los personajes, que se las prometían tan felices yendo en avión a Duluth, Minnesota, ahora resulta que van en tren. Y si todavía quedan unos minutos, el tren descarrila o algo. O, por el contrario, el largo parlamento de un personaje querido a punto de morir, sus últimas palabras, se quedan en una ráfaga y palante como los de Alicante.
Prison Break, que en gran parte me dejó
Fergu, es una serie con un gran potencial
geek. Ingeniero de materiales, nada menos, que cifra su plan de fuga en los tatuajes, entra en la cárcel para liberar a su hermano. Resulta que su hermano ha sido el chivo expiatorio de una gran conspiración creada por
La Compañía, una especie de
Iniciativa Dharma, pero con una cierta tendencia a ventilar sus diferencias a tiros.
La primera temporada es básicamente vamos que nos vamos de la cárcel, y la segunda vamos que nos vamos a Panamá. Vamos, que está bien, los guiones tienen intriga, no están demasiado cogidos de los pelos (aunque si un poquito, porque, vamos a ver, ¿los cinco kilos se los dejan a T-Bag cuando va a Panamá exactamente para qué?
Por supuesto, el fin de la temporada no es para menos. La mitad de los personajes empantanados, al borde de la muerte, del suicidio, o de encontrar el amor de su vida (en el caso de Bellick). La tercera temporada, que ya no se llamará Prison Break, sino "C'mon, break you f*cking brains to get us out of this mess" (Frase real dicha por el cortador de episodios al resto del equipo de guionistas) está a punto de empezar, y promete ser entretenida. Pero no es
Lost, lo siento.