2003-02-15 20:06
Hace un par de días,
fernand0 reflexionaba sobre la audiencia, sobre las relaciones que se establecen con los lectores de las bitácoras, sean muchos o pocos; en un
comentario a esa historia decía que se acababa pensando en esa audiencia cuando se escribía.
Yo he de confesar que me pasa lo mismo: cuando pienso en una historia, siempre tengo presente a quien le va a gustar, o si es un tipo de historia que en el pasado ha levantado polémica o no, o ha sido comentada en algún otro foro. Pero eso tiene bastantes peligros: al final, acabas escribiendo para esas tres o cuatro personas; el círculo se acaba cerrando cada vez más, y, aunque se optimiza la fidelidad, la barrera de entrada a nuevas personas se hace más difícil. Y eso me ocurre a mí también: algunas veces, cuando me meto en una bitácora desconocida, me da la impresión como de que alguien está contando una película y te has perdido el principio, o bien de que es un corrillo de colegas, y no tienes mucho que hacer ahí. Quizás, en algunos casos, les pase lo mismo a las personas que leen esta bitácora.
Yo, hasta cierto punto, me escapo: todos los martes, escribo una historia que está dirigida a una audiencia totalmente diferente, la que escucha un programa de radio. Curiosamente, esas historias, quizás un poco más piyayas que lo que suele haber por aquí, suelen tener menos comentarios (y por lo tanto, deduzco, gustan menos a los habituales), que las historias que escribo el resto de la semana, pensando en los habituales.
Por eso en el título de esta historia hablo de la "dictadura de la audiencia". Es muy difícil que midamos la audiencia de nuestras bitácoras (bueno, no es imposible, pero es difícil de saber si se trata de la misma persona que vuelve, de alguien casual.. en fin, es difícil ponerle nombre y apellidos, o nick, como se hace con los comentarios), pero el éxito de nuestras historias, medido en el número de enlaces y comentarios, acaba influenciando nuestras historias futuras, y esa retroalmientación positiva puede acabar creando un círculo cerrado.
Lo que ocurre es que el contrario también es cierto: si se escriben historias pensando en una audiencia amplia, que llegue por primera vez a la bitácora desde un buscador, puede que incrementes el número de visitas, pero pierdes fidelidad con los lectores, simplemente porque no cuentas lo que les interesa.
Si hay que inclinarse de algún lado en este dilema, y elegir fidelidad frente a audiencia, yo me quedaría con la fidelidad. Porque la audiencia no está claro que la vayas a conseguir, y porque con una audiencia fiel no sólo acabas conociendo a gente con la que te gustaría compartir un par de cervezas, como dice fernand0, sino que acabas conociéndote a tí mismo. Que, supongo, es de lo que se trata.