2008-03-09 11:33
El turismo es casi siempre un ejercicio de gestión de necesidades corporales. Siguiendo la máxima del avezado viajero
Se hace cuando se puede, y no cuando se quiere, debe uno aprovechar los momentos museísticos/hosteleros para descargarse de un peso que si bien no suele retrasar las visitas, sino al contrario, acelerarlas, si distrae la atención más de lo que debiera.
Diferentes ciudades tienen diferentes soluciones al tema. En Paris o Londres no es difícil encontrar un toilette de uso público, o al menos, de uso carente de un torrente de voces en idioma extranjero dirigido al usuario. La multitud de Starbucks, McDonalds y franquicias diversas del ramo de la alimentación hace que prácticamente en cada esquina pueda uno aliviarse.
Pero en Roma es mucho más complicado.
Las franquicias no abundan. Los lavabos públicos no existen. Y los locales son, en su mayoría, hábiles para cuatro o cinco parroquianos, y los servizi o toiletti están provistos de llave para que cualquiera no los mancille.
El viajero necesitado, por tanto, tendrá pocas opciones aparte de consumir en el local correspondiente. Aunque también hay las opciones siguientes:
- En las cercanías del coliseo y foros no busques dentro de la estación del metro, ni optes por los parterres justo enfrente. Hay unos lavabos públicos cerca de la columna de Trajano, entre coliseo y Foros; si vas desde la parada del metro, están justo enfrente y un poco a la izquierda, siguiendo la curva del Coliseo
- En las cercanías de la plaza de España, puedes intentarlo en el hotel Haussier (bajando desde la iglesia de la Trinitá, a la derecha desde la plaza de España). Es el más lujoso de Roma y posiblemente te pongan mala cara, pero luego que te quiten lo bailao. Lo reconocerás fácilmente porque tiene coches como este aparcados en la puerta
- Justo a la derecha de San Pietro in Vincoli (antes de subir las escaleras, a la derecha), hay una sede de la universidad La Sapienzia. Los toiletti (si es que te da corte preguntar) están entrando en el pasillo a la derecha.
En fin, espero que sirva de ayuda. Porque hay cosas que nadie puede hacer por ti.