2008-05-08 17:11
The Yiddish Policemen's Union, de Michael Chabon podía ser perfectamente cyberpunk. O yiddish punk, para ser exactos. Detective alcoholizado, solo, cínico. Mafiosos con trencillas. Un mesías que se chuta y juega al ajedrez. Ponle a alguien un implante neuronal, y tienes un clásico.
Incluso así, es posible que acabe siéndolo. TYPU es una ucronía. El estado de Israel no se llega a crear, y en su lugar aparece en Sitka un distrito poblado por judíos, con el permiso de la administración americana. En los últimos días antes de la Reversión (vuelta del distrito a manos americanas), una persona aparece muerta, con un tiro en la nuca, y un tablero de ajedrez al lado. Meyer Landsman, detective de policía, vive en el mismo hotel de mala muerte (el Zamenhof) donde ha aparecido la víctima, y decide investigar la muerte. A pesar de que su jefa, su ex-mujer Bina Gelbfish, trata de disuadirle del tema, y con la ayuda de su primo medio indio y también policía Berko, termina averiguando de quién se trata (el hijo de un rabino hasídico, y jefe mafioso del lugar), y acaba relacionándolo con otros acontecimientos en su propia vida.
El planteamiento y el desarrollo es clásico: detective investiga, detective recibe una tunda, detective hace y devuelve favores en sitios insospechados, y sólo porque quiere rascarse el grano que supone no tener resuelto el crimen, sigue adelante. Contra fuerzas superiores, y superando sus propias limitaciones.
Los temas habituales de Chabon están ahí: en Gentlemen of the Road aparece también un estado judío, aunque en este caso en el bajo medioevo. Landsman también es alto, delgado, y apenas se alimenta, y tiene ciertas adicciones peligrosas. Igual que en Summerland, el juego contiene la clave para avanzar la trama (y hasta cierto punto, también sucedía en Gentlemen of the Road). Y, finalmente, la relación paterno-filial es esencial para comprender a los personajes, y dejar atados los cabos. En Summerland, la protagonista buscaba a su padre; en GOTR aparece una curiosa relación paterno filial entre dos protagonistas, y en esta todas las relaciones padre-hijo son patológicas, y tienen siempre muy cerca a la muerte. De alguno de los dos, en todo caso.
En todo caso, es un buen libro. Está bien escrito; Sitka es todo un mundo, una verdadera Tierra Media con su propio lenguaje (el yiddish adaptado, incluso inventado), sus bulevares, su clima, sus cloacas y sus monumentos. La avenida Max Nordau te acaba siendo tan familiar como Unter den Linden. En ninguna de las dos he estado, pero están ahí.
En todo caso, regalo de Pedro Jorge, que sigue alimentando mi adicción a los buenos autores. Que, en este caso particular, recibe un 3 de 5
Etiquetas: cyberpunk, ucronías, judaismo, hassidim, shalom, sholem
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