El rebaño ciego, de John Brunner, trata del fin del mundo. Un mundo tan degradado ambientalmente que es imposible superar una pandemia, porque entra la siguiente, y una catástrofe natural, porque la próxima hecatombe está a la vuelta de la esquina. La degradación ambiental, y la complicidad del complejo industrial-mafioso-gubernamental con la misma sólo es denunciada por los trainitas, seguidores de Austin Train, una figura mítica/mesiánica que ora sola en el desierto, y que es admirada por muchos y perseguida por casi todos.
La trama viene a ser la anterior. Un envío de alimentos a un país en guerra vuelve locos a los que los consumen; a continuación, los mismos alimentos son enviados a otro pais, con los mismos efectos; se persigue y se ataca a quien los ha mandado, mientras se suceden enfermedades, disturbios y pestilencias diversas. El final es apocalíptico, y la moraleja, demoledora.
Es la segunda vez que me leo esta novela, que me mandó amablemente el
Grupo Ajec, como hizo con
microsiervos y
fernand0, que hizo los deberes antes que yo. Aunque Brunner no ha dejado de estar entre mis preferidos, sobre todo por su visión, me da la impresión de que ha envejecido bastante. El estilo fragmentario, sin un personaje o grupo de personajes que hilen la acción, es quizás más adecuado para novelas más cortas; con tanto personaje, uno se acaba perdiendo. Además, es demasiado machacón, y recalca demasiado el mensaje que quiere transmitir: las corporaciones contaminan, el gobierno los deja, la mafia también, y nadie se mete con ninguno de ellos. El mensaje es un poco anti-
Ayn Rand: las corporaciones, dejadas a su aire, no sólo van a hacer todo lo posible por joder el planeta a medio plazo, sino que encima luego van a venderte los productos necesarios para que no perezcas en las miasmas que ellas previamente han producido.
Pero el problema no es sólo ese: es que el principal problema, el efecto invernadero, se trata muy de pasada; la escasez de recursos energéticos también (apenas alguna referencia al uso de coches eléctricos y "de vapor", más por no contaminar más que otra cosa), y, en general, da la impresión de que ha envejecido bastante.
Aunque por otro lado algunos fragmentos son sorprendentemente actuales: parece que estuviéramos leyendo una página actual, sobre todo cuando se habla de pandemias como el SARS o la enfermeda boca-pezuñas. En resumen, que merece la pena leerlo sobre todo por su actitud, pero quizás sea un poco demasiado insistente en la misma. Por eso le doy un
3.5 de 5