Permutation city, de Greg Egan, desarrolla la idea del
cerebro en una jarra hasta sus últimas consecuencias, hasta tal punto que ya no sabe uno qué es el cerebro y qué es la jarra. La historia empieza hablando de
copias, seres humanos escaneados y transferidos dentro de un ordenador, lo que les causa ciertos sinsabores y no pocos dolores de cabeza, sobre todo porque no pueden hablar con su perrito ni jugar al ajedrez sin hacer trampas. A partir de ahí la cosa se complica, porque alguien, previendo que las copias se queden sin cpuses, decide desarrollar un mundo artificial con vida artificial y todo. Pero como desarrollarlo dentro de las mismas cpuses sería lo comío por lo servío, se saca de la manga un universo entero que está formado por autómatas celulares dentro de los que se crean cpuses que a su vez crean autómatas celulares en el que se ejecuta un mundo artificial.
¿Se han enterado de todo? Bueno, pues no hace falta, porque el libro lo explica página tras página tras página, hasta llegar a 300. Hay algo de acción: una copia que quiere olvidar un asesinato, o no, la creación del mundo artificial y qué pasa con el mismo, dos amigos que se cuelan en el mundo artificial en plan okupa para, total, dedicarse a la marquetería, y alguna cosa más que no recuerdo. Al final, lo de que "la tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia" se puede aplicar a las novelas de ciencia ficción "hard": son indistinguibles de las novelas de fantasía, salvo que se tiran más tiempo explicando como funcionan los hechizos.
Total, que no me ha gustado. Lo que funciona bien en cuentos cortos, como sucedía en
Axiomático, no tiene por qué hacerlo en novelas; y coger tres o cuatro novelas cortas que tienen en común entre sí el hecho de que se desarrollen en un mundo virtual no es suficiente para hilar una novela completa. Con lo que se lleva un
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