2008-10-11 17:30
Los responsables de
aeropuertos españoles, conscientes de que sus usuarios no estaban siendo molestados lo suficiente, han puesto un control de seguridad entre la T4S (la terminal satélite, a la que llegan algunos vuelos como el de Granada) y la T4. ¿Pero un control, control? Pues si, uno de esos en los que hay que sacar el ordenador de su funda (porque todos los ordenadores van en fundas de kryptonita, y no se puede ver lo que hay dentro), quitarse el cinturón (donde puede haber un filamento mono-molecular que cortaría el avión en dos si le pones una piedrecita en la punta y empiezas a darle vuelta), y, sí, ¡ese capuccino grande que te has comprado en el Starbucks!
Porque es que viajar tiene escasos, pero si curiosos, placeres; uno de ellos es bajarte del avión y pedirte un café en Starbucks en la T4S. Sólo hay Starbucks en la T4S porque los responsables de AENA han pensado que para atraer clientela a la misma y alejarla de la T4 es mejor ponerlo en un sitio donde sea jodidamente difícil encontrarlo. Así que, como la T4S da poco juego y siempre tienes que ir a la T4, te pides un café para llevar, calentito, que vas tomando poquito a poco, un sorbo al entrar en el trenecillo, otro al bajarte, otro al subirte en el ascensor, pero cuando llegas al control, miras el café, miras al segurata, vuelves a mirar el café, y piensas, ¡no sin mi café!
Pero es un problema qué es lo que haces con él. Si lo pones en la cinta transportadora puede derramarse, manchando ordenador, cinturón, gorros, chaquetas, y un aparato que seguramente vale lo suyo. Lo mejor es llevarlo en la mano, pero a saber si el café de Starbucks tiene vanadio o manganeso y pita todo ello. En todo caso, quizás me excedí cuando el segurata me señaló el café y me dijo... en realidad no me dijo nada, sólo abrió la boca. Yo no recuerdo qué le contesté, algo de que lo había comprado en la satélite, que estaba todavía calentito (lo estaba). Aún así, para fastidiar, me hicieron pasar chaqueta, ordenador y todo lo demás varias veces.
En todo caso, la moraleja es: cuanto más paranoico se vuelvan las autoridades más fácil es colar una taza de Starbucks calentada con un mechero llena de trinitrotolueno mezclado con guindilla (y aroma de café E333), porque todos somos humanos.
Etiquetas: volando voy, volando vengo, por el camino, yo me entretengo