2008-11-18 18:42
El
primer invento en
el ránking de invenciones de Time de 2008 (al que
echamos un vistazo cuando salió) ha resultado ser
23andme, el servicio de análisis de ADN
del que habló Enrique Dans cuando salió.
No sé si es lo más revolucionario del año. Hacerse un análisis de ADN viene a ser como un chute de egosurfing con cierto tono familiar (por aquello de que te enteras también de si tu abuelo murió de gota o de cirrosis hepática, cuando a todo el mundo le dijeron que había sido de un mal aire), combinado con un arma peligrosa en manos de los hipocondríacos, y, eventualmente, un peligro en las manos equivocadas. Que pueden ser las de uno (¿alguien ha mencionado la cirugía preventiva?), pero también las de Google, o las de cualquiera que no sea uno mismo.
Un personaje de la novela "La nube negra", de Fred Hoyle, muere por exceso de conocimiento. Saber mucho puede ser tan paralizante como no saber nada;
pánico se define como la incapacidad de reaccionar ante la imposibilidad de decidir la veracidad de la información que le llega a uno, y conocer el percentil de probabilidades de contraer una enfermedad absolutos y temporales puede llegar a obsesionar tanto como a algunos las estadísticas de accidentes aéreos o las probabilidades de que caiga la bolsa.
El problema en estos casos no es el derecho a conocer la información genética pertinente, sino también el derecho a ignorarla, o a que no la conozca nadie, ni uno mismo. Como
Thirteen tirando los resultados de su test de la
Corea de Huntington. Sólo que, finalmente, la curiosidad le puede. Supongo que a todos nos pasará lo mismo.
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